Page 434 - San martín del Rey Aurelio
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a sus pies. El día de sol y luz que me acompañó añadió plenitud al
            momento. Di gracias al cielo por regalarme las mejores condiciones
            para el disfrute de aquel rincón de Asturias tan entrañable para mí.
            Recordé entonces mi niñez de hijo de minero, aunque de otra cuen-
            ca, la del río Aller. En todas estas zonas el carbón era la riqueza que
            animaba la vida de aquella Asturias pujante que miraba con espe-
            ranza el futuro. Lo demostraban las familias numerosas que enton-
            ces había, la mía incluida. Hoy, la población de estas cuencas vive
            otros momentos negativamente diferentes. La historia de HUNOSA,
            decadente hasta el punto de estar en estos momentos en las últi-
            mas, refleja la vida mortecina de nuestros valles mineros. La pobla-
            ción, que desde hace algunos años viene decreciendo, es muestra
            de que la gente no ve nada claro su futuro. La evolución numérica
            de la plantilla de esta empresa estatal es la losa que está a punto
            de sellar el enterramiento de este cadáver que han dejado morir sin
            haber abierto, creo que culpablemente, otras perspectivas empresa-
            riales sustitutorias. Cuando terminó de conformar HUNOSA a prin-
            cipios de 1970, el número de trabajadores se acercaba a los 30.000.
            En estos momentos, año 2018, se cifran en 1098. La historia de este
            gigante que sostuvo la vida de un núcleo tan importante de Asturias
            está a punto de desplomarse tras unos 50 años de existencia.


            Vuelvo a Les Roces, desde donde mi imaginación me llevó a las an-
            teriores divagaciones. Me centro ya, y espero que sin salirme de cau-
            ce, en el que allí nació el año 194 Gaspar, hijo de Silverio García y
            de Enriqueta Laviana. Después de los primeros años de vida entre
            “praos” y “castañeres”, irá a vivir a Tuilla, en el vecino municipio de
            Langreo, debido  ello al cambio del  lugar de trabajo de su padre,
            cuyo tajo estará hasta su jubilación en el “pozu” Mosquitera. No ex-
            trañará el paisaje, que no me parece muy diferente al de Les Roces.
            Ni tampoco las gentes.

            Desde esta nueva residencia langreana comenzará el joven Gaspar la
            aven-tura de su vida en la Congregación de los Misioneros del Sagra-
            do Corazón (MSC) que le llevará en el año 1970 a Nicaragua. La meta
            de ser sacerdote misionero ne-cesitará de una larga preparación. El
            1 de septiembre de 1952 sale para Valladolid con el fin estudiar en la
            Pequeña Obra el bachiller. El año de noviciado lo hará en Canet del








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