Page 509 - San martín del Rey Aurelio
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En la historia pasan estas cosas. Más o menos como ocurrió 21 siglos
            más tarde, con el asesinato de Kennedy en 1.962 o con la sorpren-
            dente muerte de Juan Pablo I en 1.978.

            El verano de 1962, llegó el agua corriente a las casas de la Rebollada.
            La traída de aguas la efectuamos los vecinos por trabajos comuni-
            tarios. A mí me tocó cavar a pico y pala en el tramo de zanja que
            correspondía a mi familia.

            En 1.965, ya estaba el príncipe Juan Carlos dándolo todo por el equi-
            librio de la balanza de pagos, a través de los ingresos por turismo, en
            un hotel de Marbella con una belga, que al tercer día se enteró, por
            un conserje, de quién era aquel muchacho encantador, alto, rubio, de
            ojos azules y se volvió a su país muy contenta y, según reclamó su
            hija recientemente en el Tribunal Supremo, puede que muy embara-
            zada. ¡Cómo eran algunas nórdicas!. Vete tú a saber lo fumada que
            estaría para no enterarse hasta el tercer día de con quién estaba o si
            quizá el conserje le gastaría una broma y la confundiría de rubio. El
            Tribunal Supremo ha desestimado la demanda.

            El príncipe, ya demostró que era un líder, porque un líder tiene que ir
            siempre delante de la masa, pero solo un poquito, para que le vean
            bien y le sigan. Si se adelanta demasiado, corre el riesgo de encon-
            trarse solo y gesticulando.


            Así que lideró a toda una generación de “latin lovers”, que se esme-
            raron para que las nórdicas se volvieran a sus países contentas y con
            ganas de volver a España y, desde entonces, el turismo internacional
            no ha parado de crecer y se ha convertido en nuestra primera indus-
            tria y en nuestra primera fuente de divisas.


            Por otra parte las nórdicas, con sus ganas de aprovechar el sol de Es-
            paña, introdujeron un factor de competencia, que espabiló bastante
            a las chicas españolas de la época, que estaban un poco atrasadas y
            demasiado mediatizadas por las monjas y por la sección femenina,
            que les inculcaban consignas tan machistas como la de “la mujer
            con la pata quebrada y en casa” y otras barbaridades parecidas.
            Quizá influyó también el mayo del 68, que supuso una inspiración y








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