Page 746 - Laviana
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las parroquias mineras, así como autoridades políticas y sindicales de
                 Mario Fernández Cuetos                                                                  toda la provincia. Todos se comprometieron a intentar arropar en lo

                                                                                                         posible a las familias de los fallecidos. En lo económico, el Ayuntamiento
                                                                                                         abrió una suscripción popular con 5000 pesetas, en la que también la
                                                                                                         empresa  aportó una cantidad más o menos similar. Lo cierto es que
                                                                                                         el 28 de mayo del 1924 dejo un rastro de dolor y penuria, diez mineros
                                                                                                         muertos por  asfixia y treinta y seis niños huérfanos.
        Mina La Sota




                  El 28 de mayo de 1924, nadie en Carrio presagiaba lo que iba a
        suceder. Al contrario, todos tenían en mente la boda de Fernando el de
        Sarambiello y Salud, la fia de Lin  de Carrio. Las desgracias casi siempre
        se producen por una suma de pequeños detalles.

                  El relevo de la mañana ya salía, pero quizás no se percataron de
        que el uso de la dinamita había provocado fuego en la capa la Adolfita.
        Cuando a la tarde se incorporaba el siguiente relevo, dieron el aviso
        de que algo no iba bien. El vigilante José Vazquez tomo la iniciativa
        de intentar sofocar el incendio buscando gente de su confianza, entre
        ellos alguno que estaba de boda. Seguro que nadie se negó, aunque
        también alguna voz advirtió del peligro de actuar con precipitación
        .Cuando otros empleados llegaron y quisieron actuar , ya Vazquez y cinco
        obreros habían entrado a intentar sofocar el incendio. Algo olieron que
        iba mal, hasta la mula se negó a seguir para dentro. No obstante ellos
        continuaron con el afán de socorrer a sus compañeros. Una tragedia.
        No fue hasta entrada la madrugada, cuando una cuadrilla de rescate
        pudo certificarla. En total diez mineros dejaron su vida en la Sota, Jose
        Vazquez, vigilante; Juan  Pérez,  oficinista;  Julián   Iglesias y    Alejandro
        González , vigilantes de rampla; Gregorio González, vigilante del exterior;
        José González,  Angel Crespo, Severino Cuello, Remigio Suárez, mineros y
        Silverio Betegón, de maniobra y arrastre.

                  El duelo y los funerales fueron una gran manifestación de
        dolor compartido, no solo por los familiares, sino de todo un concejo
        sobrepasado por la tragedia. El salón de plenos del ayuntamiento
        Lavianes, fue  testigo del velatorio de los cadáveres así como de  la salida
        procesional de la comitiva funeraria que portó los féretros a hombros
        hasta el cementerio del Otero. El acto fue arropado por miles de vecinos
        no solo de Laviana, también acudieron multitud de personas de todas



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