Page 179 - Onis
P. 179
La Casona de Los Valles
Todo el edificio fue cerrado posteriormente con muro de piedra. Ese muro se
queda a media altura en el lado Este para colocar sobre él una verja que permite la
entrada del sol por la mañana. El cierre dejó amplio espacio para un jardín delantero
y para una corralada trasera con terreno suficiente para albergar una gran cochera,
añadida años después, y los animales necesarios para surtir la mesa de sus propieta-
rios, siempre familias relevantes del Concejo de Onís.
Para enmarcar el portón de madera, acceso principal de la Casona por la fa-
chada Sur, se hizo un arco de medio punto, de piedra de sillería, con generosas
dimensiones. A finales del siglo XX, hubo que cambiar el portón que había, enton-
ces rectangular, por deterioro extremo. Queriendo resaltar ese arco, encargamos un
portón con esa característica. La respuesta fue que ahora esos arcos se hacían con
ordenador, mientras que el de piedra que teníamos en la casa se había hecho a mano
dos siglos antes, por lo que era muy posible que no encajaran ambas hechuras por
lo que desaconsejaban la desafortunada idea. Decididos a intentarlo, lo encargamos
igualmente. Nuestra sorpresa fue mayúscula cuando al colocar el marco nuevo com-
probamos que ¡encajaban ambos arcos a la perfección! No es de extrañar que los
canteros del siglo XVIII destacaran por su maestría.
El gran edificio posee dos plantas de más de 200 m2 cada una y su bajo cu-
bierta, dedicado a desván, es de techo alto ya que el tejado es a tres aguas. Posee un
gran casetón con ventana a Sur y destaca el gran alero que bordea todo el edificio.
Lamentablemente, de sus orígenes no nos han llegado escritos oficiales hasta
que se inauguró el Registro de la Propiedad, como he comentado antes, aunque
es probable que pudiera haber testamentos anteriores a esa fecha donde figure la
Casona o algún documento en Oviedo donde se haga referencia a alguno de sus
propietarios. En el Ayuntamiento de Onís o en el de Cangas de Onís, no pude en-
contrar nada debido a inundaciones, a traslados o a daños durante la guerra civil
en los archivos existentes.
En sus más de dos siglos y medio de existencia se han acumulado en ella anécdotas
y curiosidades, todas ellas trasmitidas hace ya muchos años por ancianos del lugar.
Es de reseñar que en muchas habitaciones de la primera planta y en la escalera
principal se mantiene el suelo de grandes tablones de castaño. Una madera que se
ha mantenido extraordinariamente bien debido a su gran calidad y a que, en sus
primeros tiempos, se enceraba a mano. Así mismo destaca el hecho de que no sólo
sean de piedra los muros exteriores sino varias paredes interiores, que alcanzan los
80 cm. de espesor.
También nos han llegado algunos elementos que no podían faltar en el entorno
rural de la época.
En la despensa estaba el “h.erraderu”, gran pila de una sola piedra alargada y
poco profunda con agujero para desagüe en un extremo. Se apoya encima de dos
soportes de piedra o de ladrillo macizo. Sobre la piedra y a medio metro del techo,
aproximadamente, una talamera de roble y, ajustadas a ella por la parte inferior, cin-
co perchas, igualmente de roble y unidas por la técnica de cola de milano, donde
se colgaban las “h.erradas” a “pingar”. Las “h.erradas” son unos calderos hechos de
179