Page 406 - San martín del Rey Aurelio
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mantuvo cuatro años. La lectura le llevó a la escritura. Probablemen-
            te comenzó por la poesía, como suele ser habitual. Algunos poemas
            suyos pueden encontrarse en los excelentes portfolios de las Fiestas
            de La Laguna de su pueblo natal. Uno de 1928, “Nocturno”, lo firma
            como Ovidio González Díaz. Pero bajo el “Aún cabalgan”, dedicado
            a Don Quijote, del año siguiente, ya los dos apellidos se funden en el
            Gondi que le identificará desde entonces. En otro portfolio entreguín
            de esos años dejaría el bello relato de una escapada infantil a ver el
            río, que le da ocasión para hacer una descripción de su pueblo natal.

            Eran sin duda esas inquietudes literarias las que en 1931 le llevaron a
            fundar la revista “Orbayo”, de periodicidad mensual, de la que fue di-
            rector y en la que colaboraron Juan Antonio Cabezas, Loredo Apari-
            cio, Silvio Itálico y un hermano de Ovidio, Virgilio. “Orbayo” solo llegó
            a publicar tres números, pero según Francisco Palacios, historiador de
            la muy abundante prensa langreana, no solo tuvo el mérito de ser la
            primera revista literaria que se publicó en la comarca sino que habrían
            de pasar 50 años para que tuviera sucesión.


            Periodista en su tierra.
            Ovidio era, sin duda, un joven inquieto. La calidad de su producción
            literaria le había permitido publicar versos y prosas en revistas edi-
            tadas en Madrid, como “Atlántico” e “Index”. Y él mismo en persona
            probó la aventura madrileña en 1931, año en el que residió algunos
            meses en la capital y trabajó en varias editoriales.

            Pero una oferta muy tentadora le hizo retornar a a Asturias. Desde
            los 16 años había colaborado en periódicos asturianos, entre ellos, “El
            Noroeste”, muy implantado en la Cuenca Minera, donde sin perder
            nunca su condición de órgano poco menos que oficial del Partido
            Reformista, liderado por Melquíades Álvarez, había conseguido credi-
            bilidad entre sectores progresistas a la vez que ganaba adeptos entre
            los mineros.

            Para Ovidio Gondi el paso por “El Noroeste” sería sin duda importan-
            te, pues le supuso formar parte por primera vez de una redacción y,
            en consecuencia, tener la oportunidad de aprender el oficio de pe-
            riodista. Que le concedieran esa oportunidad a los 23 años, cuando








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