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La capilla de Santa Cruz y la Cruz de la Victoria
Francisco José Rozada Martínez
Cronista oficial del concejo de Parres
Timbre de gloria -de Cangas de Onís primero y de toda Asturias después- fue y es la
Cruz de la Victoria. En la primera capital de Asturias el rey Favila mandó levantar o
reedificar una iglesia que albergase la cruz de roble que su padre -don Pelayo- había
enarbolado en la batalla de Covadonga, que dio inicio a la Reconquista en estos montes
del oriente astur.
Corría el año 775 de la era hispánica instaurada por Augusto 38 años antes de Cristo,
cuando había pacificado Hispania. Corría, por lo tanto, el año 737 de la era cristiana
cuando la iglesia fue consagrada en la antigua Cánicas, un 27 de octubre, quince años
después de la batalla de Covadonga en el año 722.
La iglesia de Santa Cruz se decidió levantarla en el mismo lugar donde estaba un an-
tiquísimo dolmen y, para ello, se creó un montículo artificial formado por el amontona-
miento de cantos rodados.
Un caso evidente de superposición de cultos o -como dejó escrito el Conde de la Vega
del Sella-: “Montículo, dolmen y capilla forman un complejo de alto interés arqueológico
por establecer un nexo entre los cultos prehistóricos y el cristianismo”.
El dolmen data de unos 3.000 años antes de Cristo y está formado por cinco grandes
piedras yuxtapuestas unas a otras y sensiblemente inclinadas hacia adentro, en su parte
superior. Otras dos piedras forman el arranque de la galería dolménica.
La cabecera del dolmen conserva pinturas bastante evidentes y -en 1962- también se
descubrieron restos de las mismas en las piedras laterales.
Son pinturas que forman un zigzag, en dientes de lobo y en triángulos de color rojo; una
probable representación idolátrica de valor religioso o funerario.
Según la tradición, sobre el montículo artificial que rodea el dolmen se levantó una ermi-
ta por los soldados de la IV Legión Macedónica, templo destruido en el siglo V.
Si damos credibilidad a la existencia de esta ermita original sería, pues, Favila el que -en
el siglo VIII- la reedificó.
La lápida fundacional -copiada con el mayor esmero por don Roberto Frassinelli- se
conservó hasta la total destrucción de la capilla en 1936 y -escrita en latín- su traducción
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