Page 251 - Miradores
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decía así: “Álzase de nuevo por precepto divino este monumento sagrado.
        Aun cuando humilde obra, rico el templo con votos de ardiente fe, resplandezca en viva
        claridad a las piadosas miradas manifestando simbólicamente la señal de la Santa Cruz.
        Sea grato al Redentor del mundo este santuario consagrado bajo el trofeo de la Cruz
        vencedora. Con fe pronta lo erigió el siervo Faffila, juntamente con su mujer Froiliuba y
        las prendas queridas de los hijos que les nacieron. Por lo cual, oh divino Cristo, según tu
        liberalidad inagotable, concédeles plena gracia y en su muerte misericordia abundante.
        Aquí, en el mismo lugar donde el obispo Asterio consagró altares a Cristo en los revuel-
        tos días de la centuria trigentésima, adelantada ya la sexta edad del mundo, según el
        orden de los tiempos, corriendo la era 775”.

        Vemos que al referirse a la sexta edad del mundo, se hace cronología de acuerdo con
        el Cronicón de San Isidoro, escrito en el año 616, según el cual éste dividía la historia
        del mundo en seis periodos, desde la Creación hasta el Diluvio (I); desde Noé hasta
        los Asirios (II); desde Abraham hasta el rey David (III); desde este Rey Profeta hasta la
        cautividad de Babilonia (IV); desde entonces hasta el nacimiento de Cristo (V); y desde
        Cristo en adelante (VI).
        Se considera aquella iglesia como la primera levantada en Asturias tras la invasión por
        el Islam. Reformada en 1632, tenía tres naves y cripta y estuvo bajo el patronato de los
        Condes de la Vega del Sella.
        Fue atendida por los monjes benedictinos del Monasterio de Villanueva hasta -al me-
        nos- el año 1350 y fue iglesia parroquial de Cangas hasta esa fecha, cuando el abad
        del monasterio -Fray Juan Álvarez de Helgueras- trasladó el culto a la nueva iglesia de
        Cangas de Arriba.


        Profanada durante la Guerra de la Independencia, quedó cerrada hasta 1888.
        Solemnes cultos, fiestas y mercados se celebraban en su entorno los días 3 de mayo y
        14 de septiembre de cada año, coincidiendo con las fiestas de la Santa Cruz.
         Fue declarada monumento nacional en 1931 y arrasada hasta los cimientos en agosto
        de 1936, en la Guerra Civil. Sólo quedó el dolmen a ras de suelo, desnudo.
        La actual ermita en nada se parece a las anteriores, aunque conserva de nuevo el dol-
        men en su cripta interior.
        Se le cambió su entrada hacia la fachada norte y gracias a los oficios del Comisario de
        Defensa del Patrimonio don Luis Menéndez Pidal, el arquitecto don Antonio González
        Capitel y el escultor don Gerardo Zaragoza, vio nueva luz en 1950 la digna y sencilla
        ermita que ahora conocemos.
        La Cruz de la Victoria -que supuestamente Pelayo enarboló en la batalla o escaramuza
        frente a los musulmanes en esta zona del oriente asturiano en el año 722- fue recubierta
        por orden de Alfonso III -en el castillo de Gauzón- con una lámina de oro y abundantes
        esmaltes y pedrería, similar a como exactamente un siglo antes -en el año 808- había
        hecho con la Cruz de los Ángeles el rey Alfonso II.



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