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Ya en Piloña, la venta de Pandoles, venta de Viñeru, y descendía por
San Vicente y Lozana hacia Infiesto y después continuaba bordean-
do el monte Cayón con rumbo hacia Colunga y Villaviciosa.
En Campo de Caso encontraba uno de los ramales principales que
bajaba hacia Rioseco y Laviana, otro descendía desde les campe-
res del Sellón hacia L’Omedal y Espinaréu.
Teniendo en cuenta que las comunicaciones en Asturias, provincia
históricamente aislada por la dificultad geográfica, no explotaron
hasta avanzada la mitad del siglo XIX y principios del s. XX, el uso de
este camino tal y como es ahora no es de tiempo histórico muy am-
plio. La historia es otra...
Empezaron llamándose “trajineros o trajinantes” (topónimo más an-
tiguo), luego fueron “arrieros” y en tiempos más cercanos “carrete-
ros”. Fueron los transportistas del pasado y uno de los gremios que
empleó con más asiduidad los caminos reales. “Arrieros somos y
en el camino nos encontraremos” es un dicho popular en alusión
a este viejo oficio del que eran partícipes carros, caballos, mulos,
burros, pellejos, tinajas, alforjas, etc. Arriería, como palabra, se deri-
va de arría que significa recua o conjunto de caballos destinado al
transporte de mercancías. Es una voz que proviene del “arre” que se
usaba para avivar el paso de los animales.
Chema Argüelles escribe esta frase: “Los arrieros de Caso llevaban
en sus reatas de caballos los productos de la comarca, en particu-
lar madreñas y quesos casinos, muy estimados en los pueblos de
la montaña leonesa, así como nueces, avellanas y castañas”. Entre
otros muchos usos, el camín era utilizado por los arrieros de la ma-
rina para llevar salazones, bacalao y sal desde Lastres, Tazones y
Colunga hacia Castilla.
Puntos clave en la ruta eran las ventas o alberguerías, capillas y le-
proserías que se extendían a lo largo del camino.
En la collada Moñu existió una malatería. Las malaterías eran hos-
pitales para el cuidado de enfermos de lepra (malatos o leprosos).
Se decía que esta enfermedad había sido introducida por las le-
giones romanas, aunque posteriormente se arraigó por la deficien-
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