Page 804 - Virgen del Camino

En primero, aparte de las asignaturas habituales, en el taller hacíamos
figuras de alambre soldadas con Estaño, y nos daba clases el Padre Castaño.
En segundo, tercero y cuarto, los talleres consistían en trabajos
sobre madera, metal y electricidad. Sobre madera los realizábamos bajo
la supervisión del Sr. Coque, quien nos enseñaba el manejo del serrucho,
formón, escofina, etc.; algunos adelantados hacían muebles (sillas, etc.).
Sobre el metal, realizábamos trabajos de encaje y ajuste en placas de metal,
a base del taladro para hacer huecos, la sierra de metal para ir ajustando
los huecos, y posteriormente la lima; iniciamos trabajos elementales en el
torno; nos daba las practicas el Sr. Lisardo y Fray Tejo. Lo elemental de la
electricidad, corría a cargo del Padre Dimas, quien nos enseñaba a instalar
sobre un panel de madera, bombillas en serie o derivación.
También iniciamos las prácticas en el campo con el Sr. Hernández,
creo recordar que era Perito Agrónomo. Se nos enseñaba a cultivar los
diferentes cereales (trigo, cebada.), remolacha, patata, técnicas de las
diferentes podas, injertos, tipos de abono, y manejo del tractor.
Sobre la Ganadería, nos daba clase y prácticas el Sr. Blanco y el Sr.
Otazú, que eran veterinarios. Nos enseñaron lo elemental sobre el ganado,
su alimentación y cuidados, las principales enfermedades, así como algunos
tratamientos.
Creo recordar, que teníamos un Laboratorio de Química, y me da la
impresión, que no le hemos sacado un buen rendimiento.
En sexto y séptimo, cambia el Bachiller Laboral Agrícola Ganadero
y se hace Industrial. En los talleres de metal continuamos con los trabajos
anteriores, y se añadió a manejarla soldadura eléctrica y autógena, la fresa,
trabajos más delicados en el torno, etc. Seguíamos con el Sr. Lisardo y a veces
Fray Tejo.
Recuerdo que teníamos dos reválidas, una al finalizar quinto y la otra
y definitiva al acabar séptimo. Venía personal ajeno al Instituto para realizar
estos exámenes, aunque siempre recababan información de nuestros
profesores.
Pasada la Reválida de séptimo, se hacía el “Examen de Madurez” en
la Universidad de Oviedo, y una vez superada esta prueba, nos podíamos
matricular prácticamente de cualquier carrera. No había Facultad de
Medicina en Oviedo, por lo que me decidí por la Universidad de Salamanca.
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HORARIOS.
Normalmente nos levantábamos a las seis y media o las siete. Nos
aseábamos, a continuación, estudiábamos durante una hora, luego íbamos
a Misa, a desayunar y a las nueve horas empezábamos la clase. Estas duraban
hasta la una o las dos de la tarde.
Realizábamos la comida del mediodía, íbamos al patio para charlar,
otros para jugar al futbol, etc. y a las cuatro de la tarde a clase de nuevo.
Estas finalizaban, junto a una hora de estudio, alrededor de las ocho, se
descansaba, cenábamos y a nos retirábamos a las habitaciones. Recuerdo
que nos ofertaban libros para leer durante media hora, antes de apagar las
luces, ¡y otras veces se nos ponía música para dormir! El dormitorio era una
sala amplia donde dormíamos unas veinte o treinta personas.
Nos despertaban con música, y si había problemas con la misma,
se encargaba el padre Lastra de ir por los dormitorios. Aquí era donde en
varias ocasiones, me tocaba actuar a mí, ya que era el enfermero y donde
surgió mi vocación. Si alguno no se levantaba porque estaba enfermo, le
preguntaba que le pasaba, tomaba la temperatura, e informaba al padre
dominico encargado, ya sea nuestro tutor o al que hacía de “Médico”. En
varias ocasiones, se llamó al Dr. Hurté de Cangas de Narcea, quien acudía al
Instituto para ver a los pacientes; en otras ocasiones, nos citaba a su consulta
en Cangas. Había otros enfermeros, pero sólo se encargaban conmigo de
llevarles la comida. Este grupo de “enfermeros” lo formábamos Julio el de
Tolivia, Agustín Constantino, José María, “Candamo” y yo; uno de ellos le
encantaba ver los sábados a las dos de la tarde, un programa musical por
TVE; no distribuía la comida, pero se comprometía a recoger los platos.
LUGARES DE DOCENCIA.
Las aulas estaban localizadas en varias plantas del edificio, excepto
la zona que llamábamos de “Clausura”. A esa zona, sólo pasábamos con
sumo respeto, cuando íbamos al cine, o en nuestro caso, y de forma muy
ocasional, llevarle los alimentos algún padre que estuviera enfermo.
Recuerdo que cada clase duraba una hora, y se avisaba con toque
de campana, el final de la misma y comienzo de la siguiente. Julio estuvo
años encargado de la campana.
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