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La nostalgia llena mis ojos
de memoria
Servando Cano Lorenzo
A CLAUDIO RODRIGUEZ IN MEMORIAM: ÉL ME ENTREGÓ
TODA LA EBRIEDAD DEL MUNDO, LA SED DE LA LLANURA, EL SOL
DE PLOMO, ME INVITÓ A PONER EL OIDO AL MUNDO, AL VUELO
DEL PARDAL, AL AIRE, YO QUÉ SÉ, AL CIELO, AL PECHO DE LAS
MOZAS, Y SIEMPRE EL MISMO SON, IGUAL MUDANZA.
COMO LÁGRIMAS EN LA LLUVIA
¡Toda a mí mi infancia / aunque esté lejos!
Claudio Rodríguez
Yo nací aquí en esta aldea al raso que se va vaciando de espigas, de mugidos y
de labios. Por si alguien quiere amarme, soy el que ya no puede pensar el mundo
en términos de Pascua. Todo va oscureciendo ante mis ojos. Vengo como un por-
diosero a buscar al que ayer fui, como el pez que remonta río arriba para volver al
lugar donde nació la vida, para que los recuerdos no se pierdan como lágrimas en
la lluvia. Todo regresa del olvido para que yo lo vea tal como era entonces. Quiero
adentrarme en el mundo de la vida, más allá de los análisis antropológicos o eco-
nómicos que intentan explicar los cambios en el desarrollo de las aldeas rurales.
En toda mudanza hay cambio, hay dolor, pero en mis interrogaciones no hay me-
lancolía que conduce a la tristeza. Sí hay nostalgia de aquello que se pierde y que
llena mis ojos de memoria. Quiero ofrecer no palabras sino imágenes grabadas en
las pupilas del niño que todavía era capaz de experimentar el asombro ante la be-
lleza de la naturaleza. En la infancia está todo dijo el gran poeta Rilke. Al final se
vuelve al principio como Antonio Machado en su último verso: “Estos días azules
y este sol de la infancia” Yo he visto a hombres y mujeres fruncir el ceño y encoger
el alma porque viene mal el trigo, porque en marzo, las vacas en la cuadra, ya no
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