Page 402 - Somiedo
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de las fronteras y de la humildad en ofrenda del otoño. Quién podrá decir ahora
que el campo es suyo, la hierba, el árbol, el canto de los pájaros. Que voltee la
campana y empiece el baile y el amor que nos une mano a mano, hombro a hom-
bro, labio a labio. Así, así: darlo todo a cuerpo limpio ¡y toda mi infancia en esta
lumbre! Después de un año de gracia – la cosecha ha sido buena – no callaré por
amor a esta tierra liberada sin muros, ni fronteras, ni alambradas, y la liberación
será de todos como un día de pájaros, de espigas y de labios- al horizonte le duele
siempre una alambrada.
(de mi libro Piel de trigo, ed. Reino de Cordelia 2018)
EL LENGUAJE DE LOS RÍOS
Y diremos los nombres sencillos de las cosas
con la voz de los árboles y el ritmo de los ríos
Victoriano Cremer.
Somiedo: tierra de los mil ríos, arroyos, manantiales. Hay ríos que pasan distraí-
dos porque no tienen prisa, se van posando en la naturaleza en silencio, como el
que acaricia la piel dormida de la mujer enamorada. Hay otros que trabajan como
los ríos molineros. Unos llevan aguas cansadas y fluyen lentos: otros son activos
sobre todo en el deshielo. Otros se enfurecen y arrancan las piedras de su fondo y
llenan los ojos de los puentes. Hay ríos humildes que nadie mira. Ríos que hablan
el idioma de la entrega: en sus aguas se miran juncales, lirios, fresnos y avellanos y
se desangran por acequias y venales para regar de verde campos de secano Vamos
a hablar en el lenguaje de la entrega esta tarde, que es también el lenguaje del
amor, cuando tus ojos se encuentran con los míos.
Quisiera estar contigo, no para verte
sino para ver lo mismo que tú.
Claudio Rodriguez
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