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ración y el Ayuntamiento de Cangas de Onís sacó a público remate la obra. Ésta se
presupuestó en 6.343 reales con 17 maravedís. Dos años más tarde se volvieron a
invertir 5.620 reales, y de las obras se encargaron, primero, don Manuel Otero, vecino
de Villanueva y, después, don Manuel Montes, de Llano de Con.
En las consistoriales del Ayuntamiento de Cuadroveña (que era la capital del concejo de
Parres) el 24 de mayo de 1766, don Domingo Antonio González de Argandona, como
Juez Primero de los caballeros hijosdalgo, Alférez Mayor y Regidor perpetuo de núme-
ro, además de Comisario en la Corte de Su Majestad por el Principado, en reunión en
pleno con los demás cargos de aquel Ayuntamiento dijeron: “Que habiendo padecido
ruina una gran parte del Puente de Piedra, paso preciso a este concejo y los de su
circunferencia para los Puertos de Mar, de Castilla, al insigne Santuario de Covadonga,
giro, comercio, y tránsito preciso, y Montañas de Santander, y que la retardación de su
reedificación además de los graves perjuicios que se experimentarán, aumentan la ruina
y el costo, y a fin de acudir a su remedio se mandó por el Sr. D. Domingo Antonio Gon-
zález de Argandona, que Bernardo González y Ramón Quesada, maestros de cantería,
le reconociesen y declarasen la necesidad e importe del reparón y habiéndolo hecho
declararon que para levantar lo caído y fortalecer lo que ha quedado eran precisos cua-
tro mil reales de vellón y hallándose este concejo sin propios, determinaron solicitar del
Principado la ayuda precisa”.
Por su proximidad a la ciudad de Cangas de Onís, el puente “romano” está asociado a
ella desde siempre, por historia, entorno y sentimiento.
A Parres y a Cangas de Onís, los dos municipios en los que el puente se emplaza, co-
rresponde directamente velar por el mismo y legarlo a las futuras generaciones en las
mejores condiciones posibles.
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