Page 760 - Laviana
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Todo esto fue a principios del año 1876, fecha icónica de apertura de las minas de
                 Pedro Fandos Rodríguez                                                                  Coto Musel, que decían que había sido las primeras de Laviana, pero solo porque la
                 Geólogo                                                                                 memoria es muy parca y nadie recordaba lo allí sucedido un siglo antes, cuando el
                                                                                                         ingeniero de la Marina Fernando Casado Torres se empeñó en la canalización del río
                                                                                                         Nalón, contra la opinión de Jovellanos que apostaba por una Carretera Carbonera.
                                                                                                         Casado llegó, vio y midió una finca a orillas del río, a la altura de Ribota, y allí instaló
                                                                                                         el “Real Astillero de Ribota” donde habrían de construirse las famosas chalanas. La
        Coto Musel, el Coto de la Arcadia Perdida                                                        primera visita del ingeniero de la Marina había sido en 1787 y cinco años después,
                                                                                                         en 1792, ya bajaban los primeros chalaneros sirgando sus barcazas de fondo plano,
                                                                                                         llenas de carbón, hasta la bocana de San Esteban de Pravia. La obra de la canaliza-
                                                                                                         ción del gran río asturiano había costado 8 millones de reales, una fortuna de difícil
             “Comenzó a correr por la aldea el rumor de que la joven Demetria no se había                             1
                     caído por el pozo, sino que Plutón la había llevado dentro de la mina”.             actualización.
                                  (“La Aldea Perdida”, Don Armando Palacio Valdés, 1903)                 A poco distancia de la aldea de Carrio, en Peñacorvera, en términos de Langreo
                                                                                                         -cuando Langreo limitaba con Barredos-, había tenido el ingeniero Casado que do-
                                                                                                         meñar los primeros rabiones de las areniscas carboníferas, a base de pólvora, gavio-
        Plutón se jactaba de su hazaña amorosa pero solo los mineros le creían y a estos                 nes y muchos pareados. Allí tuvieron que cortar el potente banco de arenisca de La
        nadie les daba crédito en Canzana, ni en Mardana, ni en Carrio. Demetria era una                 Voz, que hoy sabemos repetido por la falla de Llineres a la altura de Rimoria. Y con
        jovencita de aire limpio y alma aún más pura. Tenía 15 años y había desaparecido.                aquella arenisca iba su “carbonera” -que así llamaban a las capas-; y a pocos me-
        Don Armando la definía con precisión y añadía que “el más alto goce que Demetria                 tros, otra, también de carbón cristalino, que arrumbaba montaña arriba y se inclina-
        experimentaba era cuando su padre, el tío Goro, se decidía a pernoctar en la ca-                 ba río abajo. Andando los siglos la llamarían “Escribana”. Y a 1 km de las dichas Voz
        baña”. Pero el paisaje de la cabaña había desparecido, súbitamente, bajo la niebla               y Escribana afloraban las Generalas, que de La Sota subían hacia La Boza y ponían
        del vapor y el grisú.                                                                            rumbo a las altas cumbres de La Vara. “Por allá van”, decían los geómetras, guiados
                                                                                                         por los crestones de pudingas y ‘grawvackas’. Ninguna capa pasó desapercibida a
        Primero fue la llegada de un ingeniero de Madrid y de un químico belga, buscando                 la sagacidad de aquellos hombres de finales del XVIII, pero nadie tuvo a bien escribir
        y analizando el oro negro de Laviana, porque en Laviana hasta el cobre había sido                memoria alguna, o si lo hizo se perdió en incendios y negligencias, y por eso ahora, un
        negro, como algunos recordaban de la mina Felguerina- “Mucho negro había en el                   siglo más tarde, se cree, falsamente, que Coto Musel es la primera minería de Laviana.
        valle de Laviana este año”.
                                                                                                         Y si perdidas de la memoria estaban las primeras “carboneras”, más perdidas aún
        Tras los emisarios vinieron otros técnicos y mineros, de Arnao que era donde más                 estaban las minas que los romanos habrían abierto, siguiendo vetas de hierro y de
        sabían de minas; entre aquellos, el ingeniero sierense José Gabino Malgor Arriaga, al            cobre en la negra y fétida Caliza de Montaña, por cuyas crestas -blanqueadas por
        que la Real Compañía Asturiana de Minas había destinado a Lieja y que de allá trajo              la erosión- caminan hoy los límites del concejo. El pozo Funeres sería el paradigma
        traducido el “Catecismo de maquinistas y fogoneros”, para ir rogando pero con el                 principal de un pozo hecho por mano humana, por más que la teoría del karst haya
        mazo dando. Entre los mineros, Plutón, al que también don Armando define, pero                   venido hoy a eclipsar las obras que si no fueron de los gigantes que evocaba Plinio, sí
        con caracteres opuestos a los de Demetria: “Pocos días hacía que habían llegado                  hicieron obras gigantescas. Y quizá los prospectores romanos, a la misma voz de “por
        los mineros a Laviana para las minas recién abiertas sobre la aldea de Carrio .... Las           allá va”, descubrieron minas aún más pretéritas, en las que manos prehistóricas ya
        bocas vomitaban cada día más carbón, las fraguas despedían más humo y la loco-                   habían usado piros y picas para fracturas las duras rocas del cobre negro, como las
        motora más escorias ..... Pero lo más negro de todo lo negro que había en Laviana
        era Plutón. Aquel hombre no era hombre, sino un pedazo de carbón con brazos y                    1  El viernes 27 de julio de 1792, escribe Jovellanos en su Diarios que por el Nalón ya bajaban
        piernas. ... Tenía la mirada dura, insolente, .... agilidad y fuerza de mono. .... Mister        carbón “en chalanas mandadas por 5 chalaneros y un cabo, éste ganaba 10 reales y los
                                                                                                         otros 8; las chalanas grandes cargaban cerca de 200 quintales y tardaban 3 o 4 días en bajar
        Jacob, ingeniero alemán, director de la explotación de Arnao, cerca de Avilés, hom-              y 12 a 15 en subir. Para reparar el río trabajaban en los rabiones 200 hombres”. La obra se
        bre letrado y no poco bromista, comenzó a llamarle Plutón por haber nacido debajo                paralizó definitivamente en 1803 y hoy nada de ello queda en Laviana salvo una canción y
        de tierra, y Plutón le quedó”.                                                                   un descenso folklórico.



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