Page 841 - Virgen del Camino
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cristiana y orientaciones fundamentales que fortalecieron, además de mi vo-
luntad, sanas ambiciones de crear, a fuerza de trabajo y de tesón, horizontes
más despejados y felices para familiares y semejantes en general.
La Santísima Virgen ha querido que caminara largamente por la vida
para ponerme a prueba, sin duda.
Apenas cumplidos los veinte años me lancé a la emocionante y españo-
la aventura de América. Y antes de partir para el largo e incierto viaje, me
UN EMPRESARIO CRISTIANO QUE CUMPLIÓ SU PROMESA dispuse a rendir devota visita a la Celestial Madre y suplicarle una vez más
Don Pablo Díez Fernández ayuda, consuelo y protección. Y entonces, ante la grandeza de la Madre,
hubo de parecerme demasiado humilde y desamparado el viejo santuario,
“Todo lo que soy se lo debo a los dominicos. Si algún día puedo, distante aproximadamente una legua de la histórica ciudad de León, en el
haré aquí, en La Virgen del Camino, todo lo que deseen”. Camino de Santiago. Y como allí quedaba triste y pobre la Santa Madre que
Pasados unos años. 30, don Pablo Díez, llamó al Provincial, había iluminado y guardado mi niñez, lleno de gratitud y de filial devoción,
el leonés Padre Aniceto Fernández, O.P. y le dijo: “Estoy en hube de prometerme rendidamente que, si algún día, por mis trabajos y es-
condiciones de cumplir mi promesa”. fuerzos, lograba bienes materiales suficientes, contribuiría con ellos para her-
mosear aquel santo recinto, dando a la Santísima Virgen casa y cultos dignos
Don Pablo Díez
de su amor y de la fe de los leoneses.
1. Palabras reveladoras
Nuestra Señora del Camino con la misma generosidad que recibió al niño
Don Pablo recuerda la primera visita que hizo a la Virgen del Camino con huérfano, me guió e inspiró durante mi juventud en la dura, pero ejemplar
su padre y su tía Francisca. Evoca este recuerdo en la «carta constitucional» lucha de América, De la protección recibida durante largos años podría ha-
de la FUNDACIÓN VIRGEN DEL CAMINO. Dice: cerse aleccionador relato, tanto en cuanto lo referente al trabajo como en
«A la edad de seis años fui llevado por mi padre Ceferino Díez y mi tía lo referente a la salud. En el hogar, en las relaciones sociales y en los conflic-
Francisca Díez, que tanto me quiso. Le dijo a la Virgen: -Este niño no tiene tos y dificultades, siempre advertí el velo amparador de la Santísima Virgen,
más madre que a Tí. Y te ruego, Madre divina, le tornes bajo tu protección y generosa y amantísima, que, sí me protegió materialmente con largueza, me
le ampares siempre. guió y preservó en la convivencia, inspirándome conductas y sentimientos, Y,
sobre todo, manteniéndome en la verdadera fe. Mercedes todas de infinito
Desde ese día nació en mí una devoción especial a la Virgen del Camino y creo
haber sentido su mano protectora en todos los momentos culminantes de mi vida. más valor que los propios bienes materiales.
Transcurrida una vida de duro esfuerzo, jalonada de graves circuns-
Hijo de padres cristianos, pertenecientes a honorables y honradas familias
de dicha región, perdí a mi buena madre doña Gregoria Fernández a los tres tancias y torturas para la patria española y para el mundo, al terminar la
años. Y la que se esforzó en sustituir con inolvidables cuidados y desvelos, mi desoladora Guerra mundial en 1945, creía tras forzados años de ausencia
tía carnal Francisca, que residía en Palazuelo de Boñar, con mi padre Cefe- y al postrarme de nuevo ante la Santísima Virgen en su humilde Santuario,
rino (q.e.p.d.) realizó el fervoroso ofrecimiento a Nuestra Señora del Camino, que la promesa hecha en mi juventud y a la que siempre me mantuve
que ya he referido. fiel, podría ya cumplirse. Y a tal efecto inicié la inmediata realización de
estos propósitos largamente madurados y que alcanzaron manifestación
Fui creciendo. Y entre tareas campesinas, humildes hábitos e inocentes externa con ocasión del Año Santo de 1950, al exponérselo al malogrado,
juegos, siempre sentí el consuelo y la guía de la Santísima Madre. Ella desper- virtuoso y sabio Rmo. Padre fray Manuel Suárez, Maestro de la Orden do-
tó mi inteligencia para el estudio de las primeras letras y me estimuló hacia minicana en la propia capital de la cristiandad.
nobles pensamientos encaminándome para recibir una básica formación
religiosa y cultural al Colegio de Corias de la Orden de Predicadores, de La Orden que fundó Santo Domingo, tan prestigiosa, hondamente arrai-
cuyas enseñanzas obtuve clarísimas normas de conducta y sumisión a la fe gada en la región leonesa, ha tenido una gran comprensión para aquellos
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