Page 407 - Somiedo
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La nostalgia llena mis ojos de memoria
la vida le robó los verbos. Cómo conjugar el futuro si sólo pudo hablar el idioma
del crepúsculo y la niebla. Caen las hojas del hayedo de Los Llanos: por el suelo
la hojarasca como escombros de la luz. En su caída ¿qué anuncian o qué niegan?
Mejor pensar en Rilke y esperar que caigan en los sagrados brazos de la tierra, en
la humedad oculta en la raíz que amas para que el amor venga a mis manos en su
desnudez originaria.
(III)
Con la primera flor, el pardal hace sus abluciones
en la hierba. Limpia sus alas para el vuelo. En cuanto
empieza abril florece el cerezo. La brisa destrenza
las últimas guedejas de la niebla. No tengas miedo.
Asoma por detrás de la Pena Negra, mansa, en oleadas,
cubriendo en sombra todo lo vivido.
Baja a beber el agua de los ríos, a recostarse en la quietud
del valle. Remonta luego, valle arriba ¿hacia dónde,
a qué misterio? Volverá el amor mañana, una y mil veces.
De piedra en piedra un andarríos canta su manera
de vivir la luz. La niebla dejó sobre la hierba infinitas
gotas de amor líquido: si las juntas abres un río
que se ensancha y, como el amor, se desborda y quiere
apoderarse de todo lo creado. Mi alma que viene
de los establos de la noche, no quiere que la dejen sola,
se desnuda y lava sus legañas en la escarcha para verte
con mil ojos en el rocío de la noche enamorada
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