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Luis Benito García Álvarez
Profesor de la Universidad de Oviedo
El desarrollo de una cultura
ganadera
En Caso el tamaño de las explotaciones campesinas solía ser redu-
cido y la posesión de ganado se apoyaba en los grandes espacios
comunales, lo que hacía que éstas fuesen viables. No era la tierra de
labor el elemento espacial más significativo en el paisaje agrario, el
medio montano constreñía los terrenos de cultivo a los fondos de
los valles y las laderas más suaves. Eran por tanto los usos pascíco-
las los más relevantes, sobre todo los aprovechados a diente —tam-
bién los había de guadaña— por el ganado en trashumancia. Será,
por consiguiente, el sistema pastoril de movimientos estacionales
regulados el elemento esencial del concejo.
Existían distintos espacios susceptibles de este tipo de aprovecha-
miento: prados de propiedad individual, praderías en condominio o
con ciertas servidumbres y pastizales de aprovechamiento comu-
nal, tal y como se refleja, por ejemplo, en el catastro de Ensenada.
Los prados se hallarían cerca de las tierras de labor, habiendo tam-
bién rieras, es decir, tierras que tenían que ser derrompidas (debían
abrir sus portillas) para que los vecinos las disfrutasen pro-indiviso
las paciones. De este modo, la mayor parte de los pastos estarían
sujetos a un aprovechamiento comunal, ejerciendo las parroquias
su jurisdicción sobre ellos. Igual sucedía con el resto de las tierras, lo
que no quiere decir que no existiese la propiedad privada plena.
Los de pleno dominio podían ser de regadío —no muchos— o de se-
cano. En estos solía levantarse una cuadra con tenada a la que en
ocasiones se adosaba una cabaña. Durante el invierno eran objeto
de diversos cuidados, ya que de ellos se obtenía gran parte del fo-
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