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Ya en el siglo XX el vacuno constituiría la principal riqueza del conce-
jo. La leche se consumía en parte por los propietarios y el resto era
transformado para vender los derivados en los mercados cercanos.
Una gran parte de las crías y de los ejemplares viejos se vendían
para carne. A las hembras se le calculaba un ternero cada dos años
y se le suponía un rendimiento anual de 24 litros de queso y otros
tantos de manteca. La rentabilidad de los bueyes era muy elevada,
y se vendían casi en su totalidad en los mercados castellanos y leo-
neses cuando la pieza llegaba a los tres o cuatro años de edad.
Dada la facilidad de conexión, el ganado encontraba pues buena
salida en los mercados meseteños, en los que los labradores locales
se suministraban sobre todo de manufacturas, cereales y vino. Las
reses se ofertaban, además, en las villas que contaban con un mer-
cado semanal, como la del propio Campo de Caso o Laviana, yendo
incluso antes de la obtención de mercado de esta última a Sama de
Langreo. En todo caso, las grandes ventas se reservaban para las
ferias de mayor entidad, especialmente las de León, Sahagún, Ovie-
do y Avilés. La información facilitada por el catastro de Ensenada es
refrendada un siglo después por el diccionario de Madoz, en el que
se indica que el principal comercio de Caso la constituía la exporta-
ción de ganados y la importación de maíz y trigo.
Con la llegada de la Restauración se comenzarán a sentir las re-
percusiones de la progresiva integración de las comarcas rurales
en el mercado nacional, lo que estimulará aún más la especializa-
ción ganadera del municipio. El proceso de industrialización regio-
nal, con la consiguiente urbanización, estimularía la demanda de le-
che y carne, y el comercio ganadero permitió fomentar el consumo
en sectores de la sociedad que tradicionalmente habían tendido al
autoconsumo. La cada vez mayor vocación pascícola del territorio
será cada vez más evidente y el sistema tradicional comenzará a
modificarse siendo bien visible la mengua de las tierras de labor y
merma del ganado menor y el porcino en beneficio del bovino.
La coyuntura de la Primera Guerra Mundial supuso el cese de la im-
portación del ganado extranjero y las exportaciones del asturiano
crecieron vertiginosamente. Sería también en este momento cuan-
do la rentabilidad de las razas autóctonas comience a ser cuestio-
nada y, al pasarse además de la tracción animal a la mecánica, las
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