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rraje para cuando llegase el momento de la estabulación (el llama-
        do alimento de reserva): se reparaban las los cierres, se limpiaban y
        se regaban mediante la apertura de presas. Era también el momen-
        to del abonado, puesto que con el ganado estabulado había buena
        disponibilidad de estiércol, elemento esencial para el sostenimiento
        del sistema agropecuario  En segundo lugar estaban los de mortera
        o ería, fincas contenidas en un predio cerrado y cuyas parcelas inte-
        riores se encontraban abiertas y había también partes sin amojonar
        de aprovechamiento comunal de una parroquia o aldea. No existían
        en Caso prados de mala calidad y la producción de hierba se me-
        día en carros.


        Por último, se contaba con los abundantes paciones repartidas en
        majadas, puertos y cordales que sostenían durante buena parte
        del año a una cada vez más abultada cabaña ganadera, lo que
        permitía aliviar una carga de trabajo que durante la invernada, con
        muchos menos recursos, se hacía a costa de grandes esfuerzos. El
        aprovechamiento de los pastos altos se erigía, pues, como uno de
        los pilares funcionales de esta economía ganadera, ya que de que
        se les diese un uso correcto dependía la casi única fuente de in-
        gresos en metálico, procedentes de la venta de ganado esencial-
        mente, por medio del cual los campesinos podrían obtener algunas
        manufacturas o alimentos de primera necesidad. Cada comunidad
        usufructuaba los terrenos de montaña que le eran más cercanos y
        sólo podían acceder a ellos quienes ostentasen la condición de ve-
        cinos. Era en estas majadas en la que se levantaban las cabañas y
        los refugios del ganado.


        En cuanto a la ordenación de las prácticas ganaderas, el ganado,
        especialmente el vacuno, debía entrar en las caserías un día deter-
        minado, siendo el más común el de San Miguel de mayo, aunque
        ya desde abril podían utilizar las cuadras de las caserías las vacas
        escosas, pero sólo podía ser una estabulación nocturna ya que du-
        rante el día debían pastar en las carbas del cordal sin entrar en los
        prados. Las reses permanecían en las caserías hasta agotar la pa-
        ción y pasaban posteriormente a las majadas.

        A últimos de mayo o principios de junio —aunque la tradición con-
        templaba que fuese en el día de San Juan— se transportaba el ga-
        nado a los montes más altos, en cuyas mesetas se encuentran las


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