Page 894 - Laviana
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esboza una sonrisa. Ese banco sigue ahí.  El otro día me senté a contemplar
        el paisaje, el mismo que contemplaba Emilio: la peña de Llorío que algunos
        atardeceres el sol tiñe de tonos rojizos. Desde el banco no se ve el río Nalón
        y tampoco Peña Mea.

              Cuando escribo esta crónica, como si fuese un atlas de personas,
        acontecimientos, lugares y fechas, todavía seguimos pendientes de la
        pandemia del coronavirus. Inmerso en medio de un escenario extraño,
        después de meses de confinamientos, cierres perimetrales, vacunas y,
        sobretodo,  echando de menos a familiares y amigos que está pandemia
        nos ha arrebatado, sin preguntar, sin despedidas.

                Una semana después de llegar a Puente d’Arcu nacía Olaya, que
        es tataranieta de Esperanza y Tomás, aprendió a caminar  por los mismos
        caminos que pisaron su bisabuelo Manuel, su abuelo Manolín y su madre
        MªPaz.
                Para componer este trabajo he contado con distintas aportaciones y
        conversaciones: con mi madre Joselina Coto que pasó su infancia y juventud
        entre L’Acebal y Llorío. Mª Paz Díaz y Olaya Pato que me acompañan en la
        vida. También con Eliana Díaz, Carolina Díaz, Chelito Díaz, Faustino Suárez
        “Tierruca”, Miguel Barbón y Moisés Sánchez, han sido fundamentales. Álvaro
        Canella me recibió en su casa de Llorío y mantuvimos una agradable
        conversación.    También las  charlas  con  Aida  Fuentes,  Paco  Corte,  José
        Mª Álvarez y Alejandro Alas que me ayudaron a conocer a Jacinto Martín
        Maestre. Además, Alejandro Alas me proporcionó amplia información, muy
        documentada, sobre la minería en Laviana. Igual de importante son las
        aportaciones de  Adolfo Suárez, que fue minero en Fradera y en Hunosa.
        Francisco Trinidad me abrió la puerta del universo poético y vital de Emilio
        Díaz. Pipo Fernández García-Jove y Eduardo Fernández Cuesta me hablaron
        de las etiquetas de Chocolates Mayín.



                Mi agradecimiento más sincero.






















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