Page 869 - Virgen del Camino
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pañeros. La misma liturgia exequial acentuaba el dramatismo de los últimos   Los diversos aspectos de la vida dominicana en Corias dejaban en fray
 momentos y sepelio, en el claustro principal.  Pablo una huella honda, un concepto serio y trascendente de la vicia. Le ha-
        cía ser ponderado y reflexivo en sus relaciones y en todo su comportamiento.
 Habitualmente había enfermos de más o menos gravedad. Por eso había
 un enfermero. Se acentuaba la gravedad. Y algo se notaba de nuevo en el   Aunque germinando en otro ambiente, la semilla sería fecunda.
 ambiente. Se disponía al enfermo para los últimos sacramentos. Confortado
 con la confesión, se le administraba la unción y el viático. Asistía la Comu-  10. Despedida y regreso al hogar
 nidad con velas encendidas. Luego alguno acompañaba al enfermo. La
 Comunidad se retiraba.  Huérfano de madre a los tres años, sintióse retraído y triste. Al contraer
        nuevas nupcias su padre la nueva esposa no suplió el amor materno. La si-
 Cuando el Hermano sacristán hacía sonar las «tablas» todos sabían el sig-  tuación del niño no mejoró.
 nificado: se moría el enfermo. De nuevo la Comunidad en torno a él. Y ocu-
 rría morir como arrullado por la Salve cantada suavemente por los presentes.   Sus tías Francisca y Ramira hicieron lo posible por llenar este hueco afecti-
 Por eso quedaba con semblante sereno, cerrados los ojos, reflejo de la paz   vo. Se desvivieron por él. Ramira estaba casada, pero no tuvo hijos. Pablo de
 gozosa del alma. Amortajado con el hábito. Una cruz y un rosario sobre el   algún modo le compensó la maternidad no lograda.
 pecho entre las manos cruzadas.  También Francisca se casó y tuvo tres hijos. La primera, Visitación, nació

 Los religiosos velaban por turno rezando por él. La Comunidad en el coro   en 1901. Ésta y su madre conservaron toda la vicia un gran amor hacia Pa-
 rezaba el oficio de difuntos.  blo. Un cariño familiar confidencial y profundo. Guardan de él desde México
        cartas de una larga correspondencia en las que ellas y él desahogaban sus
 En la sala dispuesta para el velatorio se colocaba un crucifijo y cuatro   intimidades.
 hachones. Velaban dos padres, dos profesos y dos novicios. Había una esto-
 la, un acetre y un hisopo: responsos. Oración por el alma, aspersión para el   Reflejo de esta intimidad y confianza es el hecho anecdótico relatado
 cuerpo, signo de futura resurrección.  por Visitación referente a los primeros años de permanencia de Pablo en
        México. Ya iniciaba sus negocios, pero aún estaba en los comienzos de su
 Abierta la sepultura en el claustro, se trasladaba procesionalmente el ca-  carrera empresarial.
 dáver, previa la misa de funeral en la iglesia. Cuatro religiosos con alba con-
 ducían el féretro. Precedían la cruz y ciriales. Un acólito rociaba el trayecto   Durante una de tantas crisis de la revolución institucional mexicana, cierto
 con agua bendita. La Comunidad avanzaba en dos filas cantando preces y   día le avisa un empleado a Pablo que un grupo de revoltosos viene a buscar-
 salmos hasta la sepultura. El preste rociaba la fosa y el ataúd. Arrojaba luego   le. Se levanta rápido, se viste el mono de trabajo y huye por el tejado. En la
 un puñado de tierra. Señal para cubrir la sepultura. En una plegaria final se   huida se encomendó a la Virgen del Camino. Le acogieron caritativamente
 invocaba la misericordia divina.  en una casa. Y, al verle en tal situación, sin ropa, se la proporcionaron ade-
        más de prestarle otros auxilios.
 Durante ocho días, al mediodía, la Comunidad al salir del refectorio iba
 rezando a la sepultura, no cubierta con la losa. El día semanal de menos   Era ya entonces dueño de la panadería, en los comienzos de sus activi-
 categoría litúrgica se organizaba procesión por los difuntos en el claustro.   dades.
 Asistía la Comunidad en pleno. Y se hacía en la forma ya descrita. El novicio   La situación incierta en que se halló hubo de impulsarle a regresar a Espa-
 acetrero bendecía con hisopo cada una de las sepulturas, numeradas. Con-  ña para eludir el inmediato peligro, con intención de regresar en momentos
 densación de los sufragios ofrecidos al Señor.  más propicios. Llegó con lo puesto. Su tía Francisca le acogió con suma cari-
 «En Primavera -pensamiento de un fraile poeta- los frailes iban de blanco.   dad y cariño, llorando al verle en tal situación.
 Y la melodía tenía un contrapunto alegre. Al «requiem eternam” se enrecia-  Pendiente de la situación de México, al verla ya favorable para su regre-
 ba un “aleluya”. Era la algarabía de los pájaros que en los cercanos cipreses   so, comunicó a su tía el propósito de regresar. Así lo hizo, facilitado con los
 entonaban sobre las rosas, recién abiertas con el rocío, el himno de la vida. Y   medios que le proporcionó Francisca.
 se percibía corno nunca el optimista sentido del dogma de la resurrección».
            No fue tal percance el único durante su larga estancia en México. Se verá
        más adelante.


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