Page 870 - Virgen del Camino
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Volvamos a fray Pablo a punto de tornar una resolución decisiva en su                           EMPRESARIO Y FINANCIERO
        vida. El amor y recuerdo de su madre no se le borraron nunca y dejaron en
        él su huella.
                                                                                                            LOS COMIENZOS
            Según testimonio de quienes le trataron con más intimidad, ello afloraba
        en su vida psíquica y espiritual, provocándole preocupaciones de concien-
        cia sobre la seguridad y garantía de su vocación religiosa. Pensaba:                                1.  Emigrante a México. Su familia
            ¿No sería su ingreso en el convento una fuga de su interior y un temor in-                      Escribió en un documento notarial:
        consciente de enfrentarse con la vida? ¿No sería en el fondo una cobardía?
                                                                                                            «La Virgen ha querido que caminara largamente por la vida para po-
            Y cuando llegó la hora de hacer los votos solemnes, se decidió a dejar                       nerme sin duda a prueba. Apenas cumplí los veinte años, me lancé a la
        el convento y volver a su casa con el consejo de los superiores. Un consejo                      emocionante y españolísima aventura de América. Y antes de partir hacia el
        nacido del convencimiento de que Dios no le llamaba a la vida religiosa, sino                    largo e incierto viaje me dispuse a rendir devota visita a la Celestial Madre y
        a otra misión en el mundo. El consejo de los superiores no significaba que les                   a suplicarle una vez más ayuda, consuelo y protección».
        gustase la salida de fray Pablo, pues veían en él aptitudes y disposiciones
        para la vida religiosa. Pero comprendieron que la vocación es una llamada                           Desde 1904 a 1905 marchó a Madrid, con disgusto de su padre. Por varios
        de Dios. Y acaso por confidencias íntimas suyas comprendieron que Dios te-                       motivos probables: ver alejarse a su hijo de casa tan pronto, apenas llegado
        nía otros designios sobre él.                                                                    del convento. El verse privado de la ayuda de Pablo en el trabajo familiar.
                                                                                                         En 1905 estaba de nuevo en su casa. Por muy poco tiempo. Ese mismo año
            Había dejado traslucir inconscientemente deseos de levantar un santua-                       tomó la decisión de ir a México, como se desprende de la carta autógrafa
        rio digno de la Virgen, «su Madre». Pues el del Camino le parecía pobre. Y en                    que le escribió a su tía Ramira, el 6-III-1905. Probablemente había muerto
        su ambición juvenil ya soñaba con crear una fortuna para gastarla en honor                       Eduvijis, segunda esposa de su padre. Éste sólo tenía de ambos dos hijos: de
        de la Virgen María y en favor de los necesitados.                                                la primera, Pablo; de la segunda, Eutiquia.

            Con fecha 26 de julio de 1904, el Padre Matías García, profesor de fray                         Ésta casó con Alejandro González y tuvieron siete hijos: Cinia, casada con
        Pablo, escribía al Padre Juan G. Arintero: «Hoy salió del noviciado para ir a su                 don Antonio Fernández, sin hijos, sucesor de don Pablo en la «Cervecería Mo-
        casa el leonés fray Pablo Díez, inteligente y bueno; pero víctima de la idea                     delo S. A.» Tella, casada con don Solutor Pérez, que nos llevó en su coche a
        fija de secularización. Se siente mucho su marcha».                                              ver y conocer Vegaquemada y Boñar. Cesáreo, Luis, Pablo, Rosario, Paulina

            El Padre Fray Juan Prieto, connovicio suyo, refirió años después, evocado-                   González Díez. Del tercer matrimonio cuatro hijos: Paulina, Atilano, Teodoro
        ramente, su marcha: «Fue una tarde, durante el paseo de sus compañeros,                          y Lorenza.
        porque no se atrevía a despedirse de ellos pensando que sería muy doloroso.                         Toda esta numerosa familia se beneficiaría de la esplendidez de don Pa-
        Por eso desapareció con los debidos permisos de sus superiores, sin que se                       blo antes y después de su testamento. Era una muestra clara del mucho
        dieran cuenta los compañeros. Su delicadeza le llevaría a enviar una carta                       amor que sentía por todos sus familiares. Expresamente lo dice doña Paulina
        de despedida para todos ellos, muy sentida y cariñosa, lamentando la sepa-                       Díez, viuda de Robles, primera de los cuatro que don Ceferino tuvo de su ter-
        ración, que hacía con tranquilidad; pues la decisión venía muy madurada                          cer matrimonio. «Lo principal que yo puedo decir es que mi hermano llevaba
        y aconsejada. Se mostraba en sus palabras muy agradecido a la Orden y a                          a España en el corazón, a su pueblo Vegaquemada; y, sobre todo, a la fa-
        sus compañeros».                                                                                 milia. Nos tuvo siempre mucho cariño e hizo todo lo que pudo para situarnos
            Los hechos y confidencias posteriores demostraron que tal agradecimien-                      bien para que pudiéramos vivir en otro ambiente social».
        to era sentido y efectivo.                                                                          Sigue don Pablo: «En 1905 embarqué para la República Mexicana y to-
            El Padre Juan Prieto conservó esta carta mucho tiempo, hasta poco an-                        maba como lugar de residencia el Distrito Federal».
        tes de su muerte, acaecida en Palencia el 24 de mayo de 1962, ya construi-                          Tenía veintiún años. Embarcó en La Coruña. No teniendo suficiente di-
        dos el Santuario de la Virgen del Camino y la Fundación complementaria.                          nero, pidió a los dominicos ayuda monetaria. Se la dieron. Cuando volvió a
                                                                                                         España, fue a La Coruña a devolver el dinero prestado.


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