Page 52 - Somiedo
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la trashumancia pecuaria, y que, por tanto, la biblioteca y el tesoro de marras se
encontraban en la gran caverna que supuestamente discurre bajo la majada de
Cha-Mayor o Camayor, para llegar a la cual resultaba obligado bajar a las profun-
didades sepulcrales de esos montes y atravesar después un tenebroso lago subte-
rráneo, la caverna Lanka que es a modo de oscura Estigia.
Del tesoro del Tarambico nada práctico se supo en realidad, pese a los esfuer-
zos de Rosso y de la tropa investigadora que logro reunir para su captura, aunque
hubo muchas suposiciones y fantasías a ese efecto.
Por el contrario, de los muchos libros ocultistas supuestamente existentes en la
gruta del Tarambico, Roso cita un surtido que afirma haber visto y que de haber
sido real habría hecho las delicias de cualquiera de los autores de los mitos de
Cthulhu, empezando por Howard Phillips Lovecraft, pues allí, salvo el famoso y
temido Necromicon siempre ausente, estaban reunidos bastantes de los títulos
que esa rama literaria ha popularizado, como por ejemplo una copia de Las Es-
tancias de Dzyan, otra del excelso Siphrath Dzeniouta, otro de la Alada Serpiente
Antigua, en copia hebreo samaritana de judíos españoles iniciados, así como ver-
siones completas del Tripitaca buddista, del Shu-King chino y de los Vedas, así
como del falseado Libro de los Numeros caldeo, o el primitivo Sepher-Yetzirah de
Rabí Ieshouhua, atribuido al patriarca Abraham, también la versión aljamiada de
la obra de Qu-tami, el adepto babilónico y los siete tomos de la Ampliación ocul-
tista de las Etimologías de San Isidoro entre otros muchos similares, y de valor y
antigüedad no menor.
La verdad sea dicha, yo lamento profundamente no haber tenido la oportuni-
dad de avistar, ni siquiera de lejos, alguno de esos maravillosos y desconocidos
por todos descubrimientos de Rosso y de sus amigos, pero no desfallezco.
Seguramente persistiendo en el esfuerzo y viajando con mayor frecuencia por
los altos de Somiedo algo se puede lograr, y por ello encarezco al lector curioso
a que, al menos lo intente también a su paso por Somiedo, el Valle de Lago, el
ascenso a Camayor y el Tarambico.
Con suerte, a lo mejor, asoma por allí algún indicio de los muchos prodigios
que según Rosso existen bajo en esas oscuras y profundas entrañas somedanas.
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