Page 84 - Somiedo
P. 84

Vivencias en las brañas

                                 de Somiedo



                                 Juan Saturnino Fernández Sierra
                                 Cura y Ganadero


         En la casería tradicional asturiana, estaba claro el papel del “ama”, mujer que administraba
         la cosecha de las tierras y el poco dinero que generaba la venta de leche, de manteca, de
         huevos y algún animal, esos ingresos económicos eran los únicos que alimentaban a la
         familia todo el año, siendo el papel de las demás secundario; no era tan claro el papel del
         “patrón”, varón cabeza de familia. Según cumplían años nuestros mayores, el arar, el segar
         la hierba, el cebar las vacas, el llevarlas a beber, esas labores ordinarias, sobre todo en la
         braña, eran realizadas por personas jóvenes.

         Los que nacimos en el pueblo en los años cincuenta del siglo pasado, no sufrimos el
         racionamiento de la postguerra civil española, pero la subsistencia exigía la colaboración
         de todos, incluso los niños, ayudando en las tareas de la casería y en las faenas del hogar. En
         todos los pueblos de Somiedo, además de las fincas particulares, existían y existen pastos
         comunes, y los niños y jóvenes, antes de ir a la escuela, llevábamos el caballo al monte y
         lo íbamos a buscar al oscurecer. En la época de siembra o recolección íbamos todo el día
         a cuidar la vecera de ovejas o cabras, nos tocaba guiar la pareja de las vacas, o ir detrás,
         echando el grano de maíz o la tajada de patatas en el surco que abría el arado romano,
         y lo hacíamos contentos, felices y orgullosos de ello, nos sentíamos útiles de prestar esa
         ayuda y nuestros padres y abuelos nos lo hacían saber con sus comentarios “ya vales para
         mucho”, como es natural los niños nos sentíamos satisfechos con el trabajo realizado.

         Sin duda el trabajo de la tierra era y es monótono y aburrido, siempre lo mismo, pero
         el trato con los animales nos gustaba más; conocer todas las vacas del pueblo, cuál era
         la Roxa o la Gallarda, el bautizar el ternero recién nacido, contemplar la incubación y
         eclosión de los pollitos, la pelea de los gallos, el ladrido y compañía del perro, la matanza,
         quedan grabados en el corazón de los niños jóvenes y mayores que tuvimos la suerte de
         vivir estas experiencias inolvidables.

         El paso al trabajo de los adultos varones, era, escalonado, y comenzaba, cuando ordeñabas
         una vaca, cuando llevabas tú el arado, cuando tenías tu propia guadaña e intentabas segar
         y seguir al que iba delante y que no te adelantara el que iba detrás “que te corto las patas”,
         cuando ibas solo a soltar las vacas al pasto y barrer las cuadras por la mañana y volvías de
         nuevo a amarrarlas en la cuadra y echarles de cenar a última hora del día, son recuerdos
         de infancia y de juventud que los llevamos en la cabeza y en el corazón, son parte de
         nuestras vivencias en los pueblos y aldeas de Somiedo

         Creo que todos los pueblos en Somiedo, excepto, El Puerto, tienen una o más brañas. Las
         más cercanas están situadas en prados de siega, tienen cuadras con pajar para almacenar
         la mayor cantidad de hierba posible con la que alimentar las vacas en invierno y en su
         mayoría en Somiedo y también algunas en Teverga tienen cubierta de escoba “los teitos”.

         Las Brañas más lejanas al pueblo, están situadas normalmente en terreno comunal cercano
         a una fuente y protegidas del viento del norte si es posible, las construcciones que más
         abundan son los “corros” pequeños, la mayoría de ellos redondos y cubiertos de chábanas


                                                84
   79   80   81   82   83   84   85   86   87   88   89