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El Benefactor Don Federico Ortiz



        No quisiera dejar de lado la figura de un hombre sin el cual no se podría haber llevado
        a cabo la construcción del pequeño pero bonito templo en honor a nuestro querido San
        Antonio.

        Este ilustre benefactor cangués, nacido el 23 de mayo de 1843 en la calle del Mercado,
        procedía de una familia humilde. Hijo de Juan Ortiz Carriedo y Teresa López Pérez
        desde niño estuvo marcado por las enfermedades, que le acompañaron durante toda su
        vida. Esto, junto a las necesidades en las que se encontraba su familia, fueron motivos
        suficientes para hacerle renunciar a continuar con sus estudios e intentar buscar fortuna
        en la emigración. Y todo ello a pesar de que una adinerada señora de Cangas de Onís
        le había ofrecido una beca para que siguiera estudiando. Eso sí, con la única condición
        de que se hiciera sacerdote, a lo cual éste contestó que: “para ser mal cura, prefiero no
        serlo”.


        En octubre de 1860 se embarcó en el puerto de Ribadesella en la corbeta Flora rumbo
        a La Habana. A su llegada a Cuba se instaló en San Juan de los Remedios, pero poco
        tiempo después, visto el fracaso de su viaje y su rechazo al clima tropical, emprendió
        rumbo a España y se hizo vecino de Madrid, donde estudió negocios y trabajó como
        vendedor ambulante. Tampoco aquí las cosas le fueron bien. Por este motivo decidió
        trasladarse a París a probar fortuna. Al contrario que en la capital española, en la france-
        sa poco a poco fue forjando un pequeño capital y de regreso a Madrid fundó el después
        popular Bazar X, con el que obtuvo un gran éxito comercial.


        Nombrado Presidente de la Junta Directiva del Círculo de la Unión Mercantil, esta Aso-
        ciación le propuso para Diputado a Cortes por uno de los distritos de la capital y tuvo los
        sufragios suficientes para ser vencedor, pero renunció al acta por algunas discordancias
        con la Asociación. Nunca olvidó sus orígenes y con frecuencia volvía la mirada a su tierra
        enviando ayuda económica al hospital de Cangas de Arriba, a la banda de música, o
        bien regalando ropa o creando premios para los alumnos más pobres de la escuela que
        tuvieran mejores cualidades.


        Fueron notorias sus aportaciones para la construcción de la Basílica de Covadonga, en
        cuya nave central luce una gran lámpara que lleva inscrito su nombre. Con su Bazar X
        Federico Ortiz llegó a amasar una gran fortuna, pero nunca olvidó que había nacido en
        una familia humilde. Buena prueba de ello es que repartió ropa, comestibles y limosnas
        a los más necesitados y fue un ejemplo para otros asturianos que, también emprende-
        dores, han seguido sus pasos y fundaron competitivas empresas.


        Tras fallecer en Madrid, el 5 de noviembre de 1904, el Ayuntamiento de Cangas de Onís


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