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“A ESPENSAS DE D. SEBASTIÁN DE POSADA
                        Y SOTO, EN EL AÑO DE 1804, ME PUSIERON AQUÍ,
                              Y A LAS DEL MISMO, AÑO DE 1786 SE
                           PLANTARON LOS ROBLES DEL CAMPO; Y DI
                        CHO D. SEBASTIÁN DECLARA NO TENER NINGÚN
                          DERECHO DE PROPIEDAD Y POSESIÓN EN EL
                                 TERRAZGO DE ESTE PLANTÍO”


        También en el entorno de la capilla se encontraba el hermoso edificio que fue hospital,
        fundado a expensas de don Jovino García Tuñón y González Longoria y de su esposa
        doña Carmen de la Vega en el año 1881, como nos recuerda la placa de mármol que hay
        en su pórtico y que dicta de este modo:


                                             EDIFICIO
                                     FUNDADO A EXPENSAS
                             DEL EXCMO. Sr. Dn. JOVINO Gra. TUÑÓN
                                          Y SU ESPOSA
                                     Dª CARMEN DE LA VEGA
                                         EL AÑO DE 1881


        Se trata de una sencilla edificación, de una sola planta, con dos cuerpos laterales y un
        pórtico central. Durante años funcionó como hospital bajo la dirección de Antonina Cor-
        tés Llanos y de otras señoras de la comarca, pero tuvo que cerrar por falta de recursos.
        Siendo alcalde Manuel Pendás, en 1910 pasó a ser sede de la Escuela Graduada y, pos-
        teriormente, fue asilo de Cangas hasta que la familia Beceña González funda en 1952
        el actual Hogar Beceña González en el Palacio de la Prida. Recientemente rehabilitado
        para albergar la Escuela Taller, a día de hoy el Ayuntamiento lo utiliza como sede del
        Taller de Empleo Mancomunado de Cangas de Onís, Amieva y Onís.


        Más abajo, entre el Robledal y la iglesia se encuentra el “Campo de las Varas”, llama-
        do así, porque a partir del siglo XVIII se entregaban aquí las Varas de la Justicia a los
        regidores del concejo. También en este pequeño campo se celebraba la feria de Santa
        Ana y es de nuevo Jovellanos quien nos describe el acontecimiento durante la estancia
        que pasa junto a sus sobrinas en el Palacio de Cortés cuya dueña, Josefa de Posada y
        Soto, era cuñada de su difunta hermana Juana Jacinta. En su diario anota el 16 de julio
        de 1795, que «A la feria en el campo de la Iglesia, mucha concurrencia y mucho tráfico
        de géneros bastos: monteras en altos palos…se venderán de trescientas a trescientas
        cincuenta; las gastan todas las mujeres; paños, bayetones…ollería…muchas tiendas del
        aire… A la romería, de cuatro a siete, la fuerza de ella, danzas de hombres y mujeres…
        Cerca de la oración todo desaparece en un punto: tiendas, gentes…».








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