Page 234 - Miradores
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medio punto. La fachada principal está rematada por una sencilla espadaña en la que se
        alojan dos campanas. Su interior tiene una nave con bóveda de medio cañón, mientras
        que la cabecera con bóveda de arista y dos sacristías adosadas, una a cada lado, se
        separa de ésta por un gran arco triunfal.


        El retablo de piedra que hay tras el altar está coronado por una cruz con la imagen
        de Cristo. Consta de tres hornacinas en las que, por supuesto, en la parte central se
        encuentra nuestro querido San Antonio, a quienes los cangueses consideran como su
        patrono aunque, en realidad, la patrona es Nuestra Señora de la Asunción. A su derecha
        se encuentra Santa Ana, una imagen medieval que perteneció a la capilla que bajo su
        advocación estaba adosada a la antigua Iglesia Parroquial y que, después de pasar va-
        rios años en la del cementerio, se trasladó definitivamente al lugar que ahora ocupa. En
        el nicho de la izquierda está la Virgen del Carmen, una imagen fabricada en los talleres
        de Olot que se compró tras la Guerra Civil y a la cual también se le tiene gran devoción.
        La mesa de altar fue realizada en piedra por el artista Emilio del Valle, natural de Se-
        breño (Ribadesella). Procede de la iglesia de Santa María y se trasladó al lugar que
        hoy ocupa después de cerrarse ésta al culto. Lo mismo ocurrió con la gran lámpara de
        bronce de dieciséis brazos con la que últimamente ha sido embellecida. Gracias al entu-
        siasmo de un grupo de personas que trabaja en la parroquia, después de mucho buscar,
        fue encontrada en un cajón que había en la torre de la nueva iglesia. Adquirida mediante
        suscripción popular en los años cincuenta por el párroco, don Juan Bautista Fernández
        Díaz, con la ayuda y colaboración de nuestro anterior párroco, don Luis Álvarez, se ha
        podido restaurar y recomponer para que luzca en todo su esplendor.


        Quedaría incompleta la historia de la capilla si no hablamos del hermoso entorno donde
        se enclava. El denominado “Robledal de San Antonio”, compuesto por árboles cente-
        narios, es donde se vienen celebrando desde tiempo inmemorial las fiestas en honor
        al Santo, mercados y ferias en las que los vecinos del concejo vendían o compraban
        ganado y artesanía y  el lugar en el que los “charlatanes de feria” hacían las delicias
        de mayores y pequeños, con sus peculiares formas de venta. Sobre éste sitio, el gran
        Jovellanos (que era cuñado de don Sebastián de Posada por ser éste viudo de su her-
        mana Juana Jacinta), anota en su diario, con fecha de 7 de agosto de 1791, lo siguiente:
        “Paseo a la iglesia, plantío hecho por Posada en el campo que está delante, de buenos
        robles, en medio un luneto, un fresno en el centro, tres o cuatro “llameras”, especie de
        alisos y un hermosísimo tejo a un lado. Será gracioso esparcimiento pero la subida es
        malísima; puede mejorarse pero nunca dejará de ser agria”.


        En el centro del Robledal se encuentra una mesa de piedra, de un solo pie, que en sus
        bordes lleva la siguiente inscripción:










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