Page 695 - Laviana
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una época proclive a las apariciones, justo antes de ser desbancadas por los   virgen descansara del camino, bien serviría para bendecir su casa. Y así fue
 avistamientos de ovnis. Y estas no habían perdido interés ni habían pasado   como, trozo a trozo arrancado por los visitantes, la castañal secó. Lo peor es
 de moda desde Fátima, seguían siendo tendencia y fueron muchos los   que no, la virgen no se dio por aludida, que hubiera sido un buen detalle por
 pueblos que en esas décadas disfrutaron de su propia aparición. Claro está,   su parte aparecerse realmente para hacer brotar castañes nuevamente.
 la gente de Villoria debió pensar que eso de tener tu propio avistamiento
 mariano no podía dejarse pasar. Sea como fuere, se empezaron a organizar      Así que si les da por visitar esa zona, recorriendo esa cremallera
 visitas, casi procesiones, al lugar. Es reseñable que, por lo que parece, la   imaginaria que parece partir la cuenca del Nalón en dos zonas, y desembocan
 iglesia no bendijo del todo esta fe de castañal, quizás pensando en que su   en Villoria, háganme caso. Disfruten de su naturaleza, de su pasado, de sus
 nicho de mercado se marchaba monte arriba en vez de entrar a la iglesia.   vestigios industriales y de los esfuerzos por integrar y recuperar esos espacios.
 Aunque, por otra parte, tampoco consta en las diferentes versiones una   Disfruten de su gastronomía, de sus fiestas. Disfruten. Y si pasan, camino Les
 condena expresa por su parte, pensando del mismo modo en que su nicho   Bories, por la Fuxaca, acuérdense de que el fervor seca castañales. Pero
 de mercado que marchaba monte arriba en algún momento se cansaría de   también deja recuerdos, aunque el tiempo los transforme.
 la expectación inicial, y mejor estar a bien con ellos para el momento en que
 volvieran a la fe indoor.

    El momento en que se perdió interés pudo llegar cuando, mientras las
 niñas afirmaban haber visto a la virgen hasta cuatro veces, nadie más había
 podido verla. Y, claro, esperar apariciones y que estas no aparezcan es algo
 que cansa a cualquiera. En alguna de las versiones sobre lo sucedido se habla
 de que el final se precipitó cuando, quizás para acortar la espera y facilitar
 el avistamiento, se descubrió algún montaje de rudimentaria luminotecnia
 -velas y sábanas-, quien sabe si también mariana, como la propia aparición.
 Independientemente del consabido resultado, que no es otro que el que
 parece que la virgen tenía mejores cosas que hacer que visitar la parroquia
 de Villoria, no seré yo quien opte por apoyar ninguna de las versiones que
 llevaron a tal resultado. Más que nada porque todo lo que ha llegado hasta
 el día de hoy (y por tanto, lo que puedo conocer) está pasado por el tamiz
 de la leyenda y, como en el juego del teléfono roto, por la transformación
 de las versiones de boca en boca. El caso es que durante unos días, allá por
 los primeros 50, la parroquia de Villoria tuvo su furor mariano en la castañal
 de la Fuxaca. Y que aquel furor, mientras duró, hizo que toda esa gente que
 se acercaba a intentar vislumbrar a la virgen encaramada a una castañal
 quisiera llevarse algún recuerdo del evento. Y, como quiera que en esos
 tiempos la mercadotecnia no estaba muy avanzada, ni se daban las tiendas
 de souvenirs, ni la impresión de merchandising al efecto, hubo de pensarse
 alguna alternativa. Por ello, la gente consideró que qué mejor que llevarse
 un trozo de la corteza de aquella castañal, que si había servido para que la




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