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una escuela nocturna a la cual puedan acudir los mineros. Añadamos que el mismo Pero no rompamos el hilo del tiempo y veamos lo que dice Juanelo en El Noroeste
Pandiella hace de látigo municipal a raíz de dos casos de epidemia variciosa que
se han desatado en el concejo (un brote en Tiraña y otro en una casa de la Pola),
y pide que la Junta de Sanidad haga una inspección rigurosa. El activo concejal es
también secretario de la Sociedad de Agricultores, en cuya Asamblea acaba de ser
reelegido, siendo presidente Celedonio Concheso (probable pariente del Fernando
Concheso que en la guerra será capitán rojo y morirá exiliado en México; y/o Fermín
Concheso, que será uno de los asesinados en el pozo Funeres). Todas estas noticias
municipales las redacta para la prensa un anónimo que firma como “El Solitario de
Tiraña”, en el cual algunos quieren ver al propio Pandiella pero también es probable
que fuera el combativo “Juanelo” al que más adelante citaremos con frecuencia.
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En este mismo año 1917, se constituye la Sociedad Colectiva Velasco y Cía, explo-
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tadora de carbón, con domicilio en Oviedo y capital social 80.000 ptas ; y nuestro
inquieto y ubicuo Joaquín Velasco está a punto de concluir, por contrata con Fábri-
ca de Mieres, la ya citada profundización del pozo Pumarabule, habiendo llegado
a los 120 m de profundidad y estando ya en instalación la máquina de extracción,
accionada por vapor.
El lunes 5 de agosto de 1918, desde Laviana manda una crónica al diario de Gijón El
Noroeste, el muy crítico Juanelo (firmando como “J. A. Nelo”), que fue Guardia Civil
expulsado del Cuerpo y cronista comunista. En la guerra unirá sus saberes militares y
su rencor bipolar para ponerse al frente del batallón que llevará su propio nombre y
que será el mayor matadero de joven ‘carne de cañón’ hasta que, convertido en
un auténtico psicópata del “fuego amigo” y caído en el frente de Oviedo, de ma-
nera nunca documentada, será sustituido por el famoso comandante “Pepón de la
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Boza” .
13 El Noroeste 1-3-1917. La personalidad del Solitario de Tiraña (Laviana), que firma a imitación
del “Solitario de Tiñana” (Siero), será un misterio nunca del todo aclarado que la guerra
engullirá, coincidiendo con la oscura muerte del Juanelo siendo comandante del Batallón
Laviana. Curiosamente, caso de ser Juanelo el “Solitario de Tirana”, coincidió frente a los
parapetos de Oviedo con el “Solitario de Tiñana”, que ya cincuentón no pegaba tiros pero
recorría las trincheras llevando bebidas de su cosecha a los soldados.
14 Juan Antonio Vázquez (1985): “La cuestión hullera en Asturias (1918-1935)”.
15 La historia de “Pepón la Boza” (José González González, muerto combate Oviedo 25-2-
1937) aún nos resulta confusa y necesita más investigación. En el Censo Electoral de 1933
hay 4 homónimos, sin que sepamos cuál de ellos pudiera ser nuestro hombre: un jornalero
de 29 años, vecino de Canzana; un minero de 21 años, vecino de Carrio; y otro minero de
la Llosagra (Villoria), de 32 años. Según referencias, “Pepón la Boza” fue vecino de Barredos
y había nacido en La Boza, en 8-2-1908, con lo cual tendría 25 o 26 años en el momento del
citado Censo. El cuarto y último homónimo es quizá el que más se ajusta a nuestro “Pepón”,
que por entonces era concejal socialista. Se trata de José González González, de 30 años
y profesión maquinista. Vivía en la Pola (C/ Manuel Llaneza), y al año siguiente fue uno de
los destacados revolucionarios que serían conocidos como “Los 23 de Laviana” (en realidad
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del 5-8-1918. Parece ser que en el Centro Obrero se ha celebrado una asamblea
de la Sección del Sindicato Minero, con extraordinaria concurrencia. Lanza quejas
sobre los abusos que los vigilantes en Coto Musel ejercen contra los trabajadores
que no se les muestran “adictos y doblegados”. Cita concretamente al vigilante del
exterior Juan González, que “trata a su personal salvaje y duramente, llegando hasta
el extremo de ultrajar a la madre de alguno”. Añade Juanelo, con su habitual sarcas-
mo que “en África necesitan vigilantes para los esclavos”. También arremete contra
el puesto de la Guardia Civil y recomienda al sargento que se estudie los artículos
4º, 5º, 7º y 20º de las Prevenciones Generales, así como el capítulo XII al completo:
“Obligaciones de los comandantes de puesto”. y denuncia la “intolerable conduc-
ta de las fuerzas de la guardia civil aquí concentrada contra honrados obreros”. Se
pregunta si quieren “¿otro agosto?” (es decir, que se repita la revolución del año
anterior). Con los años el cronista comunista Juanelo irá segregando cada vez más
acridina (curioso reactivo derivado del alquitrán de la hulla), especialmente contra
la corporación socialista del Ayuntamiento lavianés, hasta convertirse en un cronista
camorrista que dará con sus huesos en la cárcel y quizá de ahí su extraña muerte al
frente de su batallón comunista en el cerco de Oviedo.
En el año 1918 se matan dos mineros de Coto Musel: el primero, Luis Argüelles Ro-
dríguez, de 28 años, quien el 20 de marzo es arrollado por un vagón del tren que va
al lavadero, hacia la zona donde hoy se alza el tanatorio de la Pola. El segundo,
Baldomero Martínez, vecino de Sotrondio, deja viuda e hijos el 7 de mayo, al morir
atrapado por un vagón en la mina Meruxal. Titula El Noroeste al día siguiente: “Su-
ceso trágico. Accidente del trabajo en la mina Meruxal” y cuenta que la fatalidad
sobrevino al abrir una puerta de ventilación colocada a 10 m de la bocamina, mo-
mento en que descarriló sobre él un tren que salía.
En el año 1919, día 2 de marzo o quizá 2 de abril, el picador Francisco Montes Igle-
sias, de 35 años, natural de Cabañas Nuevas, muere en el 1 piso de Carrio, (Coto
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fueron 24), ocupando numerosos titulares de prensa con motivo del consejo de guerra
colectivo al que se les sometió, siendo defendidos por los abogados José Andrés Manso y
Manuel Álvarez Blanco. La Justicia de la República los dejó listos para sentencia el 18-1-1936
(¡en plena campaña electoral!) y tras la victoria del FP fueron indultados por el propio Partido
Socialista, en los indultos exprés más rápidos de la historia de España. No había terminado el
mes de febrero cuando todos ellos entran andando en loor de multitudes por las calles de
Laviana. Ni qué decir tiene que cinco meses después, cuando todos ellos van al frente a jugar
la segunda parte, nuestro “Pepón la Boza” ocupa un alto puesto de mando y antes de que
acabe el año ya es comandante rojo (el calificativo de “rojo” se aplicaba para diferenciar a
los mandos no profesionales, puestos a dedo. Los mismo pasaban con alcaldes y concejales.
Por ejemplo, mi tío-abuelo Paulino Rodríguez Iglesias fue el último alcalde “rojo” de SMRA, lo
cual quería decir que no había salido de las urnas).
Huelga añadir que el meteórico ascenso de “Pepón la Boza” no consta en ningún boletín
oficial. Sea como fuere, nuestro “Pepón de la Boza” supo luchar por su ideal y lo demostró
en combate, cosa que de muy pocos se pudo decir pues la norma fue la ocupación en la
enorme red de chiringuitos de retaguardia.
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