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nos han dejado muchos accidentes de mina, como el que costó la vida al niño Her- nal” he podido contabilizar, además como compañeros de nuestro ingeniero Joa-
minio, cuando se hallaba 30 m bajo tierra, solo, rodeado de carbón por todos lados,
menos por sus pies, y prendió la mecha que debería haberle llevado, metro a metro,
al cielo abierto (¡quién sabe si al tapín al que hubiera calado podría ser el del prado
de la tía Basilia donde Demetria sufrió el submundo de Plutón!).
UN INGENIERO EN EL CONGRESO: JOAQUÍN VE-
LASCO NOMBRADO ASAMBLEÍSTA
El primer año de la dictadura de Primo de Rivera (1923) Coto Musel acelera enér-
gicamente su producción, alcanzado 75.562 t. El Directorio, aplaudido en principio
por un pueblo que se veía económicamente a la deriva y socialmente angustiado
por los años del “pistolerismo” y las matanzas africanas, contó durante un tiempo
con el apoyo del socialismo (Julián Besteiro, Largo Caballero, Manuel Llaneza, Pérez
Infante, Fernando de los Ríos, Núñez Tomás, etc), pero pronto se negaron, acucia-
dos por la intelectualidad y aduciendo que no eran cargos electos los escaños que
se les ofrecía en el Parlamento que el dictador quiso crear en 1927 bajo el nombre
de “Asamblea Nacional”. Fueron ofrecidos escaños, entre otros, a los tres socialistas
asturianos más significativos: Llaneza, Teodomiro y González Peña, pero no llegaron
a tomar posesión del escaño parlamentario. Quien sí lo hizo fue nuestro ubicuo inge-
niero Joaquín Velasco, teniendo como compañero a otro insigne ingeniero asturia-
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no: Antonio Lucio Villegas . El listado de personalidades que entonces poblaron el
hemiciclo (hasta 448 Asambleístas llegó a haber, incluidas las renovaciones y sustitu-
ciones) por fuerza habrían de generar las sinergias que se esperaban y las gráficas
económicas de entonces así parecen demostrarlo.
En cuanto a la representación de Asturias en aquella novedosa “Asamblea Nacio-
“guaḥe” (¿cabe mayor ejemplo de la frenopatía que nos invade?)
También el amigo Fernando de la Peña me dice que ha oído, no sabe dónde, la teoría de que
la palabra “güaje” surgió de las minas de Arnao, por las vagonetas que empujaban los niños,
llamadas “wagen” (del sajón “carro”, de ahí Volkswagen, literalmente “carro del pueblo”).
La palabra “wagen” se pronuncia “wagon” de ahí nació “vagon”. Yo sigo defendiendo mi
teoría del salario semanal “wage” (foéticamente “guaje”) e incluso me resulta entrañable
la imagen de aquellos niños mineros llegando gozosos a casa con el salario semanal: “¡Má,
diéronme el wage!”
19 En general, aquel proyecto de la Asamblea General fue denigrado únicamente porque
era idea de un dictador militar (¡ay si hubiera sido un compañero comandante!), pero la
democracia orgánica había sido un invento de izquierdas y no es difícil profetizar, ante la
deriva actual de los partidos políticos, que algún día se volverá a ella, como solución de
España y quizá de Europa. Durante la guerra civil fue el colectivo más sañudamente
perseguido, pudiendo decirse que el título de “Asambleísta” llegó a ser un INRI colgado de
los tres centenares de aquellos congresistas “Asambleístas” que llegaron vivos al 18 de julio de
1936, cayendo bajo las balas una amplia cifra que aún no he podido cuantificar.
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quín Velasco a los 12 siguientes, que acudieron a la llamada del dictador en aque-
llos críticos y caóticos momentos:
- Adolfo Álvarez Buylla, sociólogo, pedagogo, jurista y catedrático español de
influencia krausista al que la muerte en el mismo año 1927 le impidió dar la
batalla republicana que él había anunciado. Casi 10 años después, su homó-
nimo Adolfo Álvarez Buylla sería nombrado por el FP secretario general de la
Casa del Presidente, Azaña (Gaceta 10-4-1936)
- Alfredo Martínez García, médico muy popular, que sería en la República di-
putado demócrata-liberal y moriría abatido a tiros, a la puerta de su casa
(frente a la actual sede de Tráfico, en Oviedo), cuatro meses antes del Alza-
miento Azul.
- Antonio Lucio Villegas, ingeniero de Minas, compañero de profesión y de
escaño de nuestro director de Coto Musel Joaquín Velasco. El malogrado fa-
cultativo Julián García Muñiz le dedica su libro “La Industria Hullera” (c1930),
como “entusiasta propulsor de la industria minero-metalúrgica”. En 1937 sufrió
el asesinato de su hermano Rafael Lucio-Villegas Escudero.
- Eduardo Palacio Valdés, del cual desconozco si sería hermano de D. Armando.
- Emilio Tuya García, elegido asambleísta por votación de los ayuntamientos
de Asturias.
- Jerónimo González Martínez, que hoy da nombre al IES de Sama de Langreo.
- Jorge Satrústegui, ingeniero Industrial, consejero de la Sociedad Hullera Espa-
ñola (minas de Aller). Será uno de los 89 trabajadores de la SHE asesinados,
del total de 102 fallecidos de aquella Sociedad a consecuencia de la guerra.
- José Sela y Sela, empresario de las minas Tres amigos. Es considerado uno de
los mejores alcaldes que ha tenido Mieres.
- Julián Cifuentes Fernández, abogado, director del Banco Hispano Americano.
- Justiniano Fernández-Campa y Vigil-Escalera, que moriría el último año de la
Dictadura de Primo de Rivera, tras una vida dedicada a la Justicia, habiendo
empezado en Laviana como juez del partido para luego ser presidente de
las audiencias de Lugo, Coruña, Cáceres, Barcelona y Madrid. Se distinguió
por su entereza de carácter en el proceso contra el comisario Bravo Portillo,
en los años del pistolerismo y tras la histórica famosa Semana Trágica de Bar-
celona (1909). Murió el mismo año en que veía la luz su obra “Un libro para
los juzgados” (1929)
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20 Desde la perspectiva que hoy nos da la justicia y la política española, cuesta imaginar que
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