Page 778 - Laviana

- Nicanor de las Alas Pumarino, abogado, escritor y político conservador libe- llero. Coto Musel regresó a cotas inferiores al mágico listón de las cien mil toneladas
ral. Fue apresado durante el Alzamiento Rojo de 1934 y su corazón no soportó
los varios simulacros de fusilamiento a que lo sometieron, muriendo 9 meses
después en un profundo abatimiento.
- Ramón García del Valle y Salas, praviano y jurista, binomio que apunta a una
excelente personalidad pero de la que nada más puedo decir.
Estos 12+1 hombres buenos y capaces, deberían constar con un libro que les hi-
ciera honor. Una gran curiosidad de aquella mega-Asamblea Nacional es que por
primera vez se sentaron mujeres en los escaños del Congreso, y no fueron 2 o 3 sino
15 las Asambleístas, entre ellas Blanca de los Ríos, muy vinculada al Institución Libre
de Enseñanza; Dolores Cebrián y Fernández de Villegas, profesora, esposa de Julián
Besteiro, dimitida por presiones del Psoe; y María de Maeztu Whitney, pedagoga y
humanista, hermana del gran pensador Ramiro y exiliada tras su asesinato.
En cuanto a los tres socialistas asturianos que se negaron a participar en aquel es-
fuerzo salvador, fueron: el sindicalista Manuel Llaneza, el facultativo de Minas Ra-
món González Peña y el concejal de Oviedo Teodomiro Menéndez, quizá fuera la
biografía de éste más injustamente olvidada hasta que en 2018 Etelvino González
López publicó el libro “Teodomiro Menéndez. Político y sindicalista”. Es sin duda la
biografía de Teodomiro la más dilatada del socialismo asturiano: concejal de Ovie-
do, revolución de 1917, revolución de 1934, diputado, pena de muerte en 1935, in-
dulto en 1936, guerra civil, cárcel en el franquismo y, finalmente, un silencioso exilio
madrileño hasta su muerte en Madrid en 28 de julio de 1978, tres días después de su
99 cumpleaños. En su ancianidad le dedicó Lalo Azcona un amplio reportaje en la
revista Asturias Semanal (21-11-1970), bajo el título “Del Socialismo a la nostalgia”,
destacando una frase que da fe de cómo eran los viejos socialistas: “José Antonio y
yo nos habíamos hecho muy amigos”.
La dinamización que el general Primo de Rivera imprimió a la economía tuvo su
correspondiente reflejo en Coto Musel y así en 1929 consigue superar la mítica ba-
rrera de las cien mil toneladas (103.328t), cotas impensables en una empresa de su
tamaño y que la aproximaron a Hulleras de Riosa (115.588) y Carbones de La Nueva
(128.585t), superando de largo a empresas de su misma dimensión como Nespral, Or-
tiz Sobrinos o Solvay. No obstante, para relativizar el pódium, téngase en cuenta que
el buque insignia de la minería española (Duro Felguera) había superado durante
la misma Dictadura la barrera del millón de toneladas anuales, cotas inalcanzables
para ninguna de sus competidoras (Fábrica de Mieres, Hullera Española y Hulleras del
Turón se situaban aquellos años en algo más de medio millón). Ya con la República,
la política del llamado Bienio Progresista significó un gran retroceso en el negocio hu-
juez alguno llegar a atener la entereza que tuvo nuestro magistrado Justiniano Fernández-
Campa y Vigil-Escalera, contra el comisario Bravo Portillo, en aquellos años del pistolerismo.
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(98.191 t en el año 1932) y aunque parece ser que se recupera algo en el bienio de
la derecha (llamado “Bienio Negro” en eficaz contraposición historiográfica), el viejo
poderío de la Sociedad ya no se podrá recuperar hasta después de la guerra civil.
El miércoles 28 de mayo de 1924, hacia las 18:30 h, se difunde la noticia de un acci-
dente minero en la capa Adolfita de la mina La Sota (Carrio), que acabará siendo
una catástrofe con 10 muertos por asfixia, según se supo, ya en la madrugada del
jueves día 29. Esta catástrofe, en una mina vecina de Coto Musel pero explotada
por el mismo empresario Joaquín Velasco, ha sido ampliamente documentada por
autores como Francisco Trinidad (LNE 7 y 8 dic 2003) y Mario García Antuña 2015:
“Catástrofes Mineras Asturianas”), pero añadamos lo que dice al 1 de julio la Revista
Industrial Minero Asturiana (RIMA, pag 7 al 9 de 16, o 199-201 del tomo anual), en un
amplio trabajo titulado “Explicación técnica de un accidente minero”. La Revista
critica con cáustica mordacidad lo que días antes escribió P.G.L. en “en un diario
de Gijón”. El tal PGL es sin duda el prestigioso facultativo Pancracio García López y
el díario del cual es colaborador, es El Noroeste, órgano del partido Reformista, del
cual el bueno de don Pancracio es conocido militante, siendo incluso concejal del
Ayuntamiento de Gijón y diputado provincial. Dice así la RIMA:
“Nuestros lectores tienen conocimiento, por la prensa diaria, del terrible accidente
minero acaecido el 29 de mayo último en las minas de Carrio, de Pola de Laviana,
propiedad de don Joaquín Velasco, y que costó la vida a 10 infelices obreros entre
los cuales figura el vigilante general de la explotación D. José Vázquez (q. e. p. d.)”.
“El accidente, ocasionado por el incendio de una capa de carbón, fue debido prin-
cipalmente a la imprudencia temeraria del vigilante que desconociendo sin duda el
peligro de los gases que se desprenden en estos incendios subterráneos, penetró en
la mina, en compañía de los demás obreros, sin tomar las precauciones propias del
caso, ni dar parte, al parecer, al Capataz jefe de la explotación”.
En el primer día de agosto de 1926, el ingeniero José Gómez firma en Laviana el
“Plano General de los Terrenos Propiedad de la Sociedad Coto Musel y terrenos soli-
citados del Estado con destino a escombreras, vías, plano, etc”.
El proyecto que se traen entre manos debe ser de envergadura a tenor de la pla-
nimetría de fincas que a un lado y otro del Nalón tienen los herederos de Bernardo
Menéndez, herederos de Agapito León, Ceferino Varela, Cándida Blanco, Carlos
Vázquez, Jerónimo Fernández, etc.
Ese mismo año 1926 el arrendatario de Coto Musel Joaquín Velasco, ante la dicta-
dura monopolística que imponía el Ferrocarril de Langreo, proyecta un cable aéreo
de 42 km de longitud que empezando en Coto Musel vaya recogiendo carbones de
las empresas colaboradoras (DF, Carbones Asturianos, Nespral, Piquera, etc) para
llevarlos al mar. Dice el geógrafo sotrondino Faustino Suárez Antuña (2001) que “este
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