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San Salvador de Corniana
patrimonio monástico de Corniana, enriqueciéndolo con nuevas heredades. En 1122 lo
entregó a Cluny, para que formara parte de la Congregación benedictina cluniacense,
consiguiendo también el privilegio de coto e inmunidad de sus hombres y sus bienes de
Alfonso VII (1126). El obispo Pelayo tratará de hacerse con el cenobio renovado como
había lo había intentado con otros monasterios (1128), pero no le salió bien la empresa:
sería depuesto por el propio rey, secundado por el gran arzobispo Diego Gelmírez de
Compostela (1130).
Sabemos que la presencia de Cluny y de sus monjes en San Salvador de Corniana
durante el siglo XII y XIII no se hizo notar demasiado. A partir del XIV, el abad y los monjes
del monasterio del Narcea campeaban a sus anchas, ampliando y gobernado un amplio
patrimonio monástico a la manera de un señorío feudal colectivo, planamente consolidado
ya. Gutierre de Toledo, obispo d´Uviéu, ordena para San Salvador de Corniana, al igual
que para otros monasterios de monjes y monjas asturianos, unas constituciones y reforma
(1382). Pero los proyectos renovadores de este gran prelado no debieron de surtir los
efectos esperados. A finales del XV y comienzos de XVI la casa de Corniana sufrió, como
otros muchas, la plaga de abades comendatarios, muy bien perfilados por el A. Yepes en
su Historia de la Orden: “En muchas ocasiones en que hemos tratado de los monasterios
de España y de fuera de ella, se ha dicho como los abades seglares comendatarios los
destruían y asolaban, por lo cual los reyes de estos reinos pretendían sacarlos de su poder,
porque no trataban del bien de los religiosos, sino de aprovecharse de sus haciendas,
rentas y posesiones; y era tanta el hambre y la sed de estas arpías que no se contentaban
con usurpar la hacienda y renta de una sola casa, sino que se solían apoderar de dos, tres
y cuatro; los tiempos miserables y de cismas, fueron la causa de estos abusos” (Crónica de
la Orden de San Benito…, I, 372).
San Salvador de Corniana, con Santa María la Real d´Oubona, se integra en la
Congregación de San Benito de Valladolid en 1536, después de pagar costosas rentas
para la “pensión” de sus dos últimos abades comendatarios. Los tres últimos siglos de la
historia moderna de nuestro cenobio, discurre con normalidad entre los esfuerzos de la
nueva congregación de Observancia -Capítulos Generales, definidores, visitadores- y los
problemas frecuentes, derivados de la explotación de sus bienes fundiarios y las renuencias
de los colonos para subvencionar los imponentes costos de la gran fábrica residencial,
que aún puede contemplarse y admirarse en la actualidad. La casa de Corniana cerrará
definitivamente sus puertas en 1836, como resultado de ese complejo y bien conocido
proceso de la “desamortización” de Mendizábal, como ocurriría con otros muchos
monasterios y casas de Asturias y de afuera.
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