Page 806 - Laviana

• Basando nuestro proyecto en la Agroecología, que incorpora un
enfoque de la agricultura más ligado al medioambiente y más sensible
socialmente; centrado no sólo en la producción sino también en la
sostenibilidad del sistema de producción, y teniendo muy en cuenta
los condicionantes personales y profesionales de las personas que lo
desarrollan: las campesinas y los campesinos, dignificando su labor.
¿DÓNDE?
Contamos con un marco incomparable en una finca de 1 Ha, en un entorno
que aún conserva un gran patrimonio rural, a las puertas del Parque Natural
de Redes (Reserva de la Biosfera), en las llanas y verdes vegas del río Nalón,
protegida por bosques caducifolios atlánticos, perfectamente comunicada
por carretera, y situada en el concejo de Laviana, entre Puente d’Arcu y
Entrialgo.
Pertenecemos a la parroquia de Entrialgo, donde nació y vivió uno de los
escritores asturianos más ilustres, Armando Palacio Valdés, y con el que
sentimos gran vínculo. Una de sus obras más famosas, “La Aldea Perdida”
se desarrolla en el territorio en el que nos ubicamos. En ella describe con
añoranza los paisajes labriegos y rurales de su infancia, esa “Arcadia” soñada
donde creció feliz. Paisajes, que deja intuir, se encuentran en riesgo de
desaparecer y entran en conflicto directo con el incipiente mundo industrial
que llega a Asturies en esos tiempos en los que contextualiza su obra.
En la actualidad no es el desarrollo industrial la principal amenaza del mundo
rural, aunque sí otras concepciones vitales las que lo atenazan.
Pero aún podemos encontrar una conexión más con “La Aldea Perdida”, el
primer propietario de la finca que hoy atendemos, es uno de los personajes
que aparecen en la misma: Xuan de Pando. Cinco generaciones después,
uno de los herederos de Xuan, se empeña en que la “arcadia”, siga viva. De
ahí el vínculo tan especial con el autor y su obra.
Evidentemente la finca ha sufrido bastantes transformaciones en los casi 150
años de pertenencia a la misma familia, aunque el uso haya sido básicamente
el mismo a lo largo de su historia: aprovechamientos de pastos y tierras de
labor.
Cuando nos hicimos cargo de la misma, allá por el año 2006, sufre la
que creemos fue la mayor transformación. Aunque en parte conserva
el aprovechamiento de pastos, que gustosamente intercambiamos con
vecinos (esa relación de simbiosis bien entendida que tantas veces supuso la
supervivencia del mundo rural), reorganizamos la mayor parte del espacio,
tratando de reflejar los distintos usos y aprovechamientos, tanto tradicionales
como más actuales, del suelo en Asturies.
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Trabajando de la mano de la naturaleza, escuchando su ritmo y exigencias
se convirtió en una finca rica en biodiversidad, con espacios destinados a
distintos fines y muy diversificada: güertas asociadas con distintos tipos de
frutales (sobre todo manzanos, cultivo al que le damos mucha importancia),
árboles que forman mini bosques, pequeños frutos, jardines de aromáticas
y ornamentales, cultivo bajo abrigo, producción de “ablanes”,… Un
auténtico vergel, en el que existe la posibilidad de sumergirnos de lleno,
explorar, vivenciar y aprender sobre los usos y el aprovechamiento racional y
sostenible del suelo, las costumbres y vidas campesinas, tradiciones, cultura,
transformaciones, etc.
No es un centro de interpretación, ni un museo, ni siquiera un aula didáctica,
aunque de manera indirecta cumpla las funciones de algunos de estos
equipamientos. Se trata de una finca viva, en producción, donde se trabaja
y se cuida la tierra, en la que cada uno de los seres y plantas que la integran
cumplen su función.
Este espacio exterior, cuenta con el soporte de un edificio de arquitectura
moderna, pero tradicional al mismo tiempo, perfectamente integrado en el
entorno y construido a partir de la rehabilitación de la cuadra que existía
en la finca y siguiendo en todo lo posible los criterios de una construcción
eficaz y respetuosa con el medio ambiente. Cuenta con tres aulas para dar
cobertura a las actividades que se llevan a cabo en el exterior: aula-cocina
(donde se llevan a cabo distintas transformaciones de los productos que se
obtienen en la finca, mostrando el cierre del ciclo “de la huerta a la mesa”),
aula-polivalente y un aula-llagar, donde elaboramos nuestra propia sidra y
otros derivados de la manzana.
“La Llera” es un espacio que invita a la introspección, al sosiego, a la calma y
la armonía, donde se puede sentir de verdad la conexión con lo natural. Por
eso nos enorgullece escuchar, de boca de las personas que han participado
de nuestras actividades, que por encima de todo se han sentido “como en
casa” y que una vez entras en nuestro espacio, cuesta salir de él.
Nos consideramos campesinos-educadores, o educadores-campesinos, no
importa demasiado el orden, las dos figuras nos parecen igual de valiosas;
y para nosotros la tierra, y todo lo que tiene que ver con ella, es nuestra
mejor herramienta didáctica. Estamos convencidos de que determinadas
experiencias nos valen para llegar a aprender otro tipo de valores que nos
sirven para el día a día, aptitudes y habilidades necesarias para desarrollarnos
como personas.
¿QUÉ OFRECEMOS?
Ofrecemos actividades atractivas y alternativas para todos los públicos y edades
(tanto en la propia finca como fuera de ella), y adaptadas a cada colectivo.
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