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la identidad, dialogando con las topografías médicas de José María Jove y
Canella editadas en los años 20 del pasado siglo .
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El paisaje que nos ocupa es heredero de la frenética actividad minera
que durante más de doscientos años ha sido el eje principal sobre el que
ha girado Asturias. Cada pueblo, cada villa, cada rincón de las Cuencas
mineras asturianas tiene su propia relación con la mina. En Puente d’Arcu se
mantienen topónimos que nos llevan a su pasado minero. La Escombrera,
es uno de los pocos espacios llanos de la parte empinada y en el que se
ubica la escuela que hoy hace las veces de centro social. A muy pocos
metros tenemos la Fuente La Mina, un rico manantial que conserva caudal
y temperatura tanto en invierno como en verano y del que se sirven vecinos
y foráneos. A diferencia de otras zonas, los espacios en los que se desarrolló
la actividad minera pasan desapercibidos. En Ribota, la recuperación para
uso ganadero de las praderías del Obellayo, por ejemplo, los ha devuelto
a su estado primigenio. No obstante, hay restos perceptibles en algunas
edificaciones y, en invierno, con los árboles sin hojas, la mirada atenta se
puede posar sobre el cargadero y la entrada de la mina de Vegalamuela, el
resto del año la naturaleza se encarga de camuflarlo.
El agua ha sido uno de los quebraderos de cabeza de la vecindad.
Hasta hace relativamente poco tiempo, eran frecuentes los episodios de
sequía. Y es que la localidad no contaba con abastecimiento municipal.
Debía de ser frustrante abrir el grifo y no tener agua, sobre todo si tenemos
en cuenta que por Puente d’Arcu cruzan las principales redes de agua de la
comarca: la de Pola de Laviana proveniente de la Fuente’l Güé, en Muñera
y la de Langreo y SMRA desde El Raigosu.
Fue la iniciativa vecinal la que construyó un depósito con una
capacidad de 40.000 litros, aprovechando el caudal de dos manantiales,
El Trapón y El Melón, en la primera mitad de los años 60. Los manantiales
están en un castañeru encima de La Curuxera. Los vecinos trabajaron en la
construcción del depósito y en la red de distribución hasta las casas. Aunque
no muy largo, hay un empinado desnivel, así que los vecinos tuvieron que
subir el grijo en caballerías. Días duros en los que después del trabajo,
después de atender las tareas diarias, había que coger pico y pala, cavar
zanjas y poner tubería: sestaferia, ya saben, trabajo comunitario regido por el
Derecho Consuetudinario asturiano. De ese trabajo para llevar el agua a las
casas deriva la Comisión de Aguas del Melón que, en régimen de asamblea,
sigue gestionando y cuidando un abastecimiento fundamental. Es una forma
de gobernanza que obliga al acuerdo, a votar a mano alzada, a tratar los
6 Gutiérrez, Vanessa. El paisaxe nuestru. Ed. Saltadera. Uviéu (2017).
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asuntos de manera comunal, con todo lo que esto conlleva.
No perdamos de vista la importancia del agua. En 1905 entró en
funcionamiento la central hidroeléctrica de La Curuxera, hoy perteneciente
a EdP, en su día Hidroeléctrica del Cantábrico. Esta empresa es la titular
de una concesión de aprovechamiento de aguas del río Nalón otorgada
para la generación de electricidad en el salto de La Curuxera. La concesión
originaria de 4.000 litros por segundo fue ampliada a 5.500 litros y transferida
el 16 de diciembre de 1903 a la Sociedad Electra Industrial de Gijón . Es la
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central hidroeléctrica, en funcionamiento, más antigua de Asturias y una
de las pioneras en España. Visto con la distancia que marca el tiempo la
construcción de “la Fábrica”, como se conoce en el pueblo, situaba a
Puente d’Arcu como uno de los enclaves fundamentales para explicar la
expansión de la electrificación en Asturias. En los primeros años del pasado
siglo “las crecientes inversiones, precisas para hacer frente a infraestructuras
de producción cada vez más potentes y complejas, han traído como
consecuencia un proceso por el cual las pequeñas empresas de carácter
local o comarcal que salpicaban toda la región se han ido integrando, en su
mayoría, en otras dotadas de fuerte respaldo financiero ”.
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El agua llega a La Fábrica por un canal de unos cuatro kilómetros
que arranca en las inmediaciones de El Cañal, en un lugar conocido
como La Covona, perteneciente a la parroquia de Llorío. Allí se construyó
la infraestructura necesaria para la toma de agua incluyendo una vivienda
para los encargados de regular el caudal. Las obras comenzaron en 1902.
El canal atraviesa el pueblo de Llorío por un largo túnel: desde la zona de
Barrera, debajo de Samielles, cruzando La Fuxaca, pasando por Solorrucu
-dónde hay unas compuertas soterradas- hasta La Calavera y La Llama,
donde vuelve a ver la luz.
“Cuatro calles tien Llorío que nun les tien Xixón,
La Calavera y el Cuetu; La Fuxaca y el Cantón”.
Superado el pueblo de Llorío, el canal se vuelve a ocultar en la zona
de El Quintanal, en el pueblo de Ribota, para llegar, tras recorrer un par
de kilómetros más, a La Curuxera. En El Quintanal se levanta la capilla de
7 Tribunal Supremo Sala III de los Contencioso-Administrativo. Sentencia de 10 de octubre de
2002.
8 Sendín García, Manuel Ángel. La industria eléctrica en Asturias. (pp. 3-36) ERIA (1984)
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