Page 338 - Virgen del Camino
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los caminos de nubes que he tenido oportunidad de transitar en muchos                            flores en la mano que, al terminar, se depositaba en el presbiterio delante
        viajes de avión a lo largo de la vida. Vivir con naturalidad lo que ahora me                     del altar mayor; algunas veces, el poema de declamaba desde el propio
        parece una dificultad, como es la de acudir al Santuario en medio de la                          presbiterio.  Confeccionar  el  ramillete  resultaba  casi  tan  importante  como
        nieve para celebrar con otras personas del pueblo una oración compartida,                        aprender el poema. Algunas casas tenían flores en los patios, cuatro o cinco
        me ha hecho valorar esas experiencias de encuentro con personas que se                           chalets con pequeños jardines a la entrada de la casa y había, también,
        unen para rezar. Fue en ese contexto donde yo inicié el aprendizaje de mirar                     huertos en las afueras del pueblo en los que había rosales, lilas y azucenas.
        los rostros y reconocer en ellos algunas señales especiales de su estado de                      Todas esas flores estaban disponibles para preparar las pequeñas ofrendas
        ánimo. Escuchaba a mi madre o a mis tías decir cosas con las que intentaban                      que se hacían unidas a las declamaciones.
        descifrar las claves que se correspondían con expresiones de tristeza, de
        alegría, de preocupación en las personas más cercanas. Todas habían ido a                        El Santuario tenía tres naves y coro, pero a partir de un punto quedaba
        rezar y llevaban al descubierto la carga de sus días. Quizás, salvo mis amigas                   dividido en dos partes por un gran enrejado, que permanecía abierto y, en
        y yo, todas llevaban algo ligero o pesado, a ese encuentro ante la Virgen.                       cuyos extremos, estaban situados los dos ambones. Lo recuerdo como algo
                                                                                                         que nos impresionaba un tanto. Subir a los ambones nos imponía mucho a
        En el buen tiempo, el panorama se transformaba con la llegada de peregrinos                      los niños porque solo se accedía a ellos en estos actos del mes de mayo y los
        de sayal marrón. Venían de lejos, cansados y apoyados en una vara alta                           predicadores en la novena mayor del mes de setiembre o los celebrantes para
        con una calabaza atada para transportar agua limpia y así poder mitigar                          las homilías de las misas muy solemnes. Así la declamación de los poemas,
        su sed en el Camino. Su destino era Santiago de Compostela y nuestro                             tanto desde el ambón como en el presbiterio, era un acto muy importante;
        pueblo, presidido por la Virgen, estaba en un punto de ese Camino. Era, por                      creo recordar que lo hice dos veces, una desde cada lugar. Entre las rejas
        eso, parada obligada para ellos y para los niños se convertía en una gran                        y el presbiterio había unos cuantos bancos, que se correspondían con dos
        oportunidad de asomarnos juntos a un mundo más grande. Los soportales del                        altares laterales. En el centro, varios escalones daban acceso a un presbiterio
        Santuario se transformaban en el aula abierta con suelo de piedra, sentados                      con sillones de terciopelo y al altar mayor, situado sobre el retablo con la
        escuchábamos historias contadas por aquellos hombres de profunda fe que                          imagen de la Virgen, tal como se ha conservado en la construcción actual.
        nos hablaban de Dios y de sus tierras a la vez que nos daban caramelos                           Pero las dos puertas incrustadas en él, que hoy existen, aunque no se usan
        pequeñitos y estampas de similar tamaño. El fuego de la ilusión y los sueños,                    como tales, daban entonces acceso al camarín de la Virgen desde donde
        que despertaba en nosotros la escucha de aquellas hazañas, convertían el                         podía besarse el manto. Todo ello hacía que subir a ese lugar sagrado fuera
        frío de las losas en un aliado estimulante que ahuyentaba los catarros. El                       algo solo para “los días de incienso”.
        Santuario  contaba  además  con otros  elementos que  estaban  integrados
        en los juegos de niños de edades diversas. Las dos torres de la fachada                          También en mayo se celebraba el gran acontecimiento para la infancia:
        principal, perpendicular a la carretera, tenían nombre propio: la torre nueva                    la primera comunión de los niños que se habían preparado para ella en la
        y la antigua. En la primera había un reloj en su cara sur, que se convertía en                   catequesis. Era una fiesta para todo el pueblo. El año de mi primera comunión
        juguete para los expertos en tirachinas. Más de un disgusto vivimos.                             solo éramos dos niños y dos niñas y nos colocaron en el presbiterio, muy
                                                                                                         cerca de la Virgen, dos a cada lado en los sillones de terciopelo granate
        El ritmo de las estaciones y de los meses marcaba otros ritmos que hacían                        que allí había. La siguiente celebración fue bastante numerosa y sería la
        esperables celebraciones y momentos de cierto protagonismo para los                              última que se celebró en el Santuario antiguo. El protagonismo de los niños
        niños. Era el caso de los meses de mayo. Cada año, en mayo, nos esperaban                        se extendía al día del Corpus Christi, que a veces era en mayo y otras en
        momentos especiales en el Santuario: la declamación de poemas dedicados                          junio. Ataviados con el mismo traje que el día de la primera comunión y con
        a la Virgen María, la celebración el día de la Ascensión de la primera                           una bolsita de pétalos de rosa entre las manos, recorrían en procesión varias
        comunión de los niños y niñas que hubieran cumplido los 7 años y la procesión                    calles engalanadas con pétalos de flores y ramas de retama y de lavanda.
        del Corpus, que a veces “caía” ya en junio. La declamación de poemas                             Por ellas pasaba la Custodia con la Hostia consagrada, que se detenía en
        se hacía habitualmente subiendo al ambón izquierdo llevando un ramo de                           algunos altarcitos previamente preparados para desde allí unir al pueblo en
                                                                                                         alguna oración o cántico.

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