Page 340 - Virgen del Camino

Transcurrido el verano, con la cosecha recogida y el descanso merecido,
daba comienzo el tiempo grande para el Santuario, un mes que empezaba
el 7 de septiembre y terminaba el 5 de octubre. A novenarios y anovenarias,
romeros, feriantes, peregrinos, asturianos y leoneses, se daban cita en torno
a la Virgen y el pueblo rebosaba de vida. Del 7 al 15 la novena menor y
las fiestas de la Virgen el 8 y el 15; del 19 al 27 la novena mayor en la que
las casas del pueblo se transformaban en albergues donde se instalaban,
en condiciones de gran austeridad, gentes venidas de los pueblos de la
provincia para seguir los cultos de una novena-misión que para los niños era
una fiesta que duraba nueve días. Esta tradición se ha conservado a lo largo
del tiempo adecuándose a los usos de cada presente. Y, si el 27 se decía adiós
a las “anovenarias” y a los “anovenarios”; el 28 muy temprano, empezaban
a llegar carromatos para instalar tómbolas, tiovivos, y muchos puestos para
vender avellanas en la “romería de los asturianos” el día 29. Churrerías y
puestos de avellanas permanecían hasta terminado el día de San Froilán. Ese
día amanecía con el pueblo abarrotado de puestos para vender cualquier
cosa, tómbolas, caballitos”, casetas donde comer la morcilla, el pulpo, el
chorizo. El 5 de octubre era la gran la romería de León en la que el Santuario
estaba lleno todo el día con gentes que iban a agradecer a la Virgen lo
recibido durante el año y a pedirle nuevas cosas. Carros engalanados y
gentes ataviadas con trajes regionales acompañaban a los pendones de
sus pueblos y ayuntamientos entre los que contaban con lugar de honor los
llamados “ayuntamientos del voto”, cuyos alcaldes peregrinaban ese día
junto con el alcalde de León a honrar a la Virgen. Todavía hoy queda mucho
de esta tradición la entrañable.
EL PUEBLO SE RECREA
El pueblo en aquellos primeros años 50, se distribuía en torno a un triángulo
de carreteras: la nacional 120 sobre el camino de Santiago que venía de
León y salía del pueblo en dirección a Astorga. Otra en línea recta que
empieza la Base de aviación y termina en la anterior, paralela a las cruces
de piedra que marcaban el camino del viacrucis desde el Santuario hasta
la ermita del Humilladero, dejando al Santuario al oeste. El tercer tramo es
el que une a modo de hipotenusa del triángulo, la primera con la segunda.
En el interior de triángulo quedaba el espacio vacío de una de las “eras”
donde se realizaba parte de la trilla en la recogida del cereal y donde el día
de San Froilán se ponían casetas y tómbolas. Las casas estaban construidas
340
próximas a los lados de ese triángulo y en la parte oeste del Santuario, donde
también estaban las escuelas, una de niñas y otra de niños.
El pueblo que me acogió al nacer y me vio crecer era el más joven del
municipio. San Miguel, el pueblo de mi madre, había tenido Fuero propio y
un hospital de peregrinos en la Edad Media. Pero en mi pueblo una docena
de familias tejían los lazos entre los habitantes del lugar. En realidad, se había
formado en torno al Santuario con personas de otros pueblos del municipio,
principalmente de Fresno, a los que se sumaban algunos llegados de otros
lugares por circunstancias concretas. Este fue el caso de mi bisabuelo paterno
que vino de Vegamian para casarse con una chica de su pueblo, que llegó
a La Virgen acompañando a su tío sacerdote, administrador del Santuario,
en la década de1860.
Al comienzo de los años veinte sucedería algo que cambió el panorama
de aquella aldea de labradores, de costumbres medievales en sus trabajos,
a pesar de estar a 7km. de la ciudad. El 20 de marzo de 1920 se crean
en España las primeras Bases aéreas militares: Madrid (Getafe), Sevilla
(Tablada), Zaragoza y León (La Virgen del Camino). A partir de entonces
y hasta la inauguración oficial el 27 de abril de 1929, hubo un movimiento
de allanamiento de tierras para hacer las pistas de aterrizaje, así como de
construcción de edificios. Todo ello conllevó la expropiación de tierras a los
propietarios del lugar con compensaciones económicas muy bajas, lo que
les puso en guardia e hizo temer que los terrenos comunales también se los
quedara Aviación. En mis años de niñez, fallecidos mis abuelos, mis tías nos
enseñaban fotos y documentos antiguos y en sus narraciones escuchábamos
el eco del temor vivido ante la amenaza de que, si aquella práctica de
expropiaciones continuaba, el pueblo podría desaparecer.
Este hecho hubiera quedado en la memoria de unos pocos, que aprendieron
a vivir más pobremente sin esas tierras, de no haber sido porque en el
tiempo de la construcción de los nuevos edificios de la Fundación “Virgen
del Camino” y del nuevo Santuario el movimiento de compra de terrenos
y de ciertas diferencias de interpretación respecto de la propiedad de
algunos terrenos próximos al Santuario inquietó a las autoridades locales. Las
diferencias quedaron superadas con la mediación del sr. Obispo de aquel
tiempo, D. Fernando Sebastián Aguilar. Pero esto nos encuentra, ya de lleno,
en el siguiente capítulo: la llegada de los Padres Dominicos.
Era el año 1953 cuando el P. Ignacio Blázquez llegó a aquel lugar con el
encargo de transformarlo para que albergara un nuevo Santuario para la
341