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Pimiango

          La fiesta de San Emeterio o Santu Medé se celebra en honor de los mártires calagurritanos san
          Emeterio y san Celedonio. Eran hermanos y soldados del ejército romano, fueron decapitados
          en Calahorra por proclamar profesión de la fe cristiana. Sucedía hacia el año 300 con Dio-
          cleciano y Maximiano de emperadores. Con la invasión de los árabes en el 711, los cristianos
          dispersan en diferentes lugares las reliquias de la tumba martirial. En Pimiango según refiere la
          leyenda, llegan en una lancha de piedra que permanece varada en una cala (la Lanchuca) próxi-
          ma al lugar donde se alza la ermita de los Santos Mártires. / San Emeterio glorioso / las olas del
          mar pasó / y en una lancha de piedra / en Tina desembarcó

          Fiesta ancestral, probable cristianización de una fiesta de anuncio de la primavera. Una capilla
          abierta, reducida al altar y el baldaquino, se erige sobre una roca, tal vez ara pagana; es el lugar
          de la celebración de la misa de campaña en día apropiado. Dos columnas de piedra sostienen el
          dosel de madera y teja. En la hornacina sobre el altar figura la representación de san Emeterio
          que evoca la destruida imagen tradicional. Con posterioridad, al otro lado del prado, se edifica
          la ermita en terreno elevado y allanado hacia el siglo XIII. Se sitúa frente al oratorio con la
          entrada y el pórtico con singular orientación norte. De planta rectangular, nave única, cabecera
          recta no acusada al exterior, contrafuertes y pórtico lateral. Se le adosa a los pies un cuerpo
          de menor altura de dos plantas y puerta exterior abierta al pórtico. La cubierta de la nave es a
          doble vertiente y a tres aguas el cuerpo cúbico de la cabecera. El paramento de la cabecera se
          halla reforzado por un zócalo biselado. Una escalera exterior de cuatro peldaños precede a la
          entrada principal de dovelado arco de medio punto. Sobre un muro bajo se sitúan los pies de-
          rechos rematados en zapatas sobre los que descansa la cubierta del pórtico, cuyo pavimento está
          enlosado. El muro del pórtico, con contrafuertes de época reciente, se continúa al oeste para
          delimitar una antojana provista de una portilla de madera y pasera. Edificio de mampostería
          enlucido en parte con cal y arena, el sillar se destina a los arcos, vanos y contrafuertes.

          La nave consta de tres arcos apuntados, los tres de diferente luz, apoyados en pilastras de sillar
          rematados en impostas planas. Los arcos se sitúan uno dividiendo la nave en dos tramos, otro
          en el tramo de los pies sobre el coro y el tercero de triunfo. Este último, más cerrado, descansa
          sobre impostas que se prolongan hasta los muros del templo. La cabecera está recorrida por una
          línea de impostas que marca el arranque de la bóveda de crucería cuatripartita con una clave
          cuadrada y cruz sencilla. Los nervios se apoyan en ménsulas cónicas de esquina que trasladan
          los empujes a contrafuertes angulares exteriores. En los laterales exteriores del arco triunfal se
          adosan dos altares de fábrica. Un banco corrido se extiende a lo largo de los muros del templo.
          Pequeñas saeteras sin decoración. En el lado de la epístola se encuentra una aspillera abocinada
          al interior que finaliza en remate curvo. La armadura de madera conserva fragmentos de zapatas
          de madera talladas y motivos circulares pintados. El pavimento presenta lajas de piedra en el
          presbiterio y en la nave el deteriorado entarimado es sustituido por mortero de cemento. El coro
          alto, apoyado en un grueso pie derecho central de madera rematado por zapata, comunica por
          medio de una puerta con la vivienda del ermitaño añadida al imafronte. Éste corona en una
          espadaña de un arco y cruz. Los elementos de posible filiación cronológica bajomedieval serían el
          arco triunfal y la saetera que calaba el muro testero, ahora cegada y oculta tras el retablo.



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