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Pimiango
En la actualidad san Celedonio carece de imagen, mientras que la de San Emeterio se adquiere
en 1941. Preside el retablo de madera, que remata en la única pieza (la imagen del Creador)
que se conserva del retablo tradicional. Es posible que la devoción fuera de singular relevancia
entre los pescadores y continuase con los zapateros ambulantes (mansoleas), que regresaban de
la costera para el día de los Santos Mártires, sus patronos. La tradición popular considera santos
sanadores a san Emeterio y san Celedonio de dolencias de huesos, articulaciones y enfermedades
reumáticas. Los exvotos consistían en ropas y figuras de cera de los miembros que simbolizaban
alguna curación por intercesión de los Santos, colgaban en los laterales del presbiterio. Reflejo
del marcado carácter votivo y rogativo que tenía la romería. Próxima a la ermita, al pie de un
tejo, se halla la fuente de San Emeterio donde los peregrinos lavaban los pies en la creencia de
propiedades curativas.
El pasacalle marca el inicio de los actos festivos. Prosiguen con la procesión hasta el Santuario,
con salida en la iglesia parroquial de San Roque de Pimiango que acoge la imagen de san Eme-
terio desde el día anterior, y que va a ser llevada en andas por cuatro mozos. Las mozas preparan
la víspera el ramo o ramu que se va a ofrecer a san Emeterio. Consiste en un armazón piramidal
truncado de madera provisto de andas del que penden los roscos de pan y que adornan con ra-
majes, flores y colgaduras. Culmina con el roscón (rosca de pan de gran tamaño), que porta una
muñeca vestida de asturiana. A las once de la mañana se constituye la procesión en la plaza de
las Encinas, las mujeres del ramo lucen los trajes de aldeana y entonan la salmodia a los sones de
tambor y panderetas. La comitiva la abren los monaguillos con la cruz y los ciriales. Les siguen
el ramo escoltado por las mujeres ataviadas con el traje típico. La imagen de san Emeterio y
detrás los sacerdotes y autoridades civiles, los integrantes de los grupos folclóricos y los vestidos
con los diferentes trajes regionales. Concluye con los devotos y los romeros.
Realizada la reverencia en el cementerio parroquial de Miranda, el cortejo festivo abandona
el núcleo de población y prosigue hasta El Picu atravesando recto hacia el norte la planicie
cuarcítica con ligera inclinación hacia el mar. La procesión continúa hacia levante con un
sinuoso y en descenso trayecto que permite admirar, aunque sea de soslayo, la rasa calcárea y
su morfología kárstica. Salvada la ladera definida por el Posadoriu aparece el solitario faro de
San Emeterio. Desde 1864 guía a las embarcaciones que surcan esta costa y se adentran en la
ría de Tinamayor. La llegada de la procesión al prado de la ermita se anuncia con el repicar de
la campana y salva de cohetes. La imagen de san Emeterio y el ramo flanquean el altar exterior
donde enseguida se celebra la Santa Misa con coro. Concluida ésta, las distintas agrupaciones
folklóricas realizan una primera actuación musical y coreográfica, aquellas asturianas y cánta-
bras, expresión del carácter fronterizo de este territorio. Traslado en procesión de la imagen de
san Emeterio al pórtico de su ermita. Lugar de la ofrenda del ramo por las mujeres con el traje
regional, que acompañan los cánticos con toques de tambor y panderetas. Una nueva actuación
de los grupos folclóricos y concierto del coro en la ermita presidido por la imagen de san Eme-
terio, precede a la comida campestre en el singular paraje. Pero la romería no termina aquí ya
que el ramo regresa a la iglesia parroquial. A las cinco de la tarde es conducido hasta la plaza de
Ángel Noriega para efectuar el remate. Los roscos de pan son subastados entreverando cantos y
bailes de las agrupaciones folclóricas. La fiesta termina con la verbena.
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